martes, 24 de febrero de 2009

Tiempo de Cuaresma

Nuevamente iniciamos el camino cuaresmal; estamos invitados a hacer un alto, entrar en nuestro interior, y descubrir cual es nuestra realidad ante Dios, ante los demás y ante nosotros mismos. Descubrir si, como cristianos, somos leales a nuestro compromiso de amar a Dios a través de nuestra relación con los demás, sobre todo con el más humilde y necesitado, ejerciendo así el mandamiento del Señor: "Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado" (Jn.13,34). Es el tiempo propicio para tomar la Biblia y leer y meditar la Palabra de Dios. Es tiempo para un buen examen de conciencia y recurrir al sacramento de la Reconciliación. Por todo ello es conveniente entonces, conocer algo de la estructura de este tiempo litúrgico que nos prepara para celebrar el Misterio Pascual, por eso se acompaña el siguiente texto perteneciente a un gran liturgista, el P. Aldazábal. En los próximos días se agregarán otros aportes que servirán de soporte para vivir intensamente este tiempo litúrgico.

EL MIÉRCOLES DE CENIZA

-CAMBIA EL AMBIENTE: EMPIEZA EL CAMINO CUARESMAL DE LA PASCUA

Todo debe apuntar hoy al inicio de la Cuaresma como camino hacia la Pascua. Los varios elementos clásicos en esta ambientación -que trataremos de nuevo el domingo próximo- deben estar ya presentes desde hoy: el color morado, la ausencia de las flores y del aleluya, el repertorio propio de cantos...

Y cosas que si siempre son importantes, lo son más todavía cuando se inicia un tiempo con significado más intenso: proclamar de un modo más expresivo y cuidado las lecturas del día, cantar el salmo responsorial, al menos su antífona entre las varias estrofas, y hacer una breve homilía, ayudando a entrar en el clima de la Cuaresma. La Plegaria puede ser una de las de Reconciliación.

-LA CENIZA, UN GESTO QUE PUEDE SER EXPRESIVO

El gesto simbólico propio de este día es uno de los que ha calado en la comunidad cristiana, y puede resultar muy pedagógico si se hace con autenticidad, sin precipitación; con sobriedad, pero expresivamente. Como ya ha resonado y se ha comentado la Palabra de Dios, la imposición de la ceniza comunica con facilidad su mensaje de humildad y de conversión.

El sacerdote se impone primero él mismo la ceniza en la cabeza -o se la impone el diácono u otro concelebrante, si lo hay- porque también él, hombre débil, necesita convertirse a la Pascua del Señor. Luego la impone sobre la cabeza de los fieles, tal vez en forma de una pequeña señal de la cruz. Si parece más fácil, se podría imponer en la frente, por ejemplo a las religiosas con velo. Es bueno que vaya diciendo en voz clara las dos fórmulas alternativamente, de modo que cada fiel oiga la que se le dice a él y también la del anterior o la del siguiente.

Si no va a resultar complicado, se podría introducir una manera nueva de realizar el gesto.

Una fórmula apunta a la conversión al Evangelio: «Convertíos y creed el Evangelio» (que parecería más propio que se dijera en singular, como la otra es más interpelante). Mientras que la otra alude a nuestra caducidad humana: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». Ahora bien, parece que sería más educador acompañar estas palabras con dos gestos complementarios: el sacerdote impone la ceniza a cada fiel, diciendo la fórmula de la ceniza y el polvo, y a continuación el fiel pasa a otro ministro que está al lado y que le ofrece el evangelio a besar, mientras pronuncia sobre él la fórmula que habla del evangelio. No creo que complique mucho el rito, y podría resultar más expresivo de la doble dimensión de la Cuaresma. Ya se ha experimentado con éxito en algunas comunidades, tanto parroquiales como más homogéneas y reducidas.

-LA CONVERSIÓN Y SUS OBRAS

Las tres lecturas de hoy expresan con claridad el programa de conversión que Dios quiere de nosotros en la Cuaresma: convertíos y creed el Evangelio; convertíos a mí de todo corazón; misericordia, Señor, porque hemos pecado; dejaos reconciliar con Dios; Dios es compasivo y misericordioso...

Cada uno de nosotros, y la comunidad, y la sociedad entera, necesita oír esta llamada urgente al cambio pascual, porque todos somos débiles y pecadores, y porque sin darnos cuenta vamos siendo vencidos por la dejadez y los criterios de este mundo, que no son precisamente los de Cristo.

Es bueno que en la homilía se haga notar la triple dirección de esta conversión que apunta el evangelio:

a) la apertura a los demás: con la obra clásica cuaresmal de la limosna, que es ante todo caridad, comprensión, amabilidad, perdón, aunque también limosna a los más necesitados de cerca o de lejos,

b) la apertura a Dios, que es escucha de la Palabra, oración personal y familiar, participación más activa y frecuente en la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación,

c) y el ayuno, que es autocontrol, búsqueda de un equilibrio en nuestra escala de valores, renuncia a cosas superfluas, sobre todo si su fruto redunda en ayuda a los más necesitados.

Las tres direcciones, que son como el resumen de la vida y la enseñanza de Cristo, nos ayudan a reorientar nuestra vida en clave pascual.

J. ALDAZABAL

domingo, 22 de febrero de 2009

Formación Litúrgica

LOS LIBROS LITÚRGICOS

Entre los elementos literarios de la Liturgia se destacan por su importancia y riqueza los libros litúrgicos. Los podemos definir, en sentido estricto, como libros que sirven para las celebraciones litúrgicas y están expresamente escritos para ese fin, con las debidas y oportunas autorizaciones. Los libros litúrgicos actualmente en uso son los siguientes:

* EL MISAL:De aspecto voluminoso, es el libro propio de uso en el altar. En sus primeras páginas contiene un documento llamado: "Instrucción General del Misal Romano" (IGMR) que presenta la teología de la misa, la articulación del rito, la función de cada uno de los ministros y de la asamblea, las normas para una correcta celebración y las posibilidades de adaptación. Contiene también las normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario litúrgico. Sigue el texto del Misal, dividido en propio del tiempo, propio de los santos, misas comunes, misas rituales, misas y oraciones diversas, misas votivas, misas de difuntos. El rito ordinario de la Santa Misa, es decir, todo lo que es común a todas las misas: saludos, acto penitencial, Gloria, Credo, prefacios, plegarias eucarísticas (I, II, III, y IV),rito de comunión, bendición final y despedida, está colocado entre el propio del tiempo y el propio de los santos, y a su vez se distingue en: rito para la celebración con asistencia del pueblo, y rito para la celebración sin el pueblo. Al final del Misal se encuentran las plegarias eucarísticas llamadas Va, Vb, Vc y Vd; las de reconcialiación I y II y las de niños I, II y III. Resumiendo podemos decir que el Misal es el libro oficial para celebrar la Eucaristía y que contiene las oraciones y los cantos que dirigimos a Dios Padre, por su Hijo Jesucristo en unión con el Espíritu Santo.

* EL LECCIONARIO: Repartido en varios tomos, contiene las lecturas bíblicas de todo el año litúrgico, en 3 ciclos anuales (A,B,C). Recoge lo más importante de la Biblia. Son lecturas muy bien escogidas y concuerdan con el espíritu del calendario litúrgico anual (dominical y ferial), santoral, de diversas necesidades y de difuntos.

* LA LITURGIA DE LAS HORAS: Oración de alabanza de la iglesia, que tiene por objeto extender a las diversas horas canónicas(oficio de lectura; laudes; tercia; sexta; nona; vísperas y completas) la glorificación de Dios que alcanza su cumbre en la oración eucarística. Comprende cuatro volúmenes: I. Tiempo de Adviento y de Navidad; II. Tiempo de Cuaresma y de Pascua; III. Tiempo ordinario (semanas 1-17); IV. Tiempo ordinario (semanas 18-­34).

* EL PONTIFICAL ROMANO: Contiene las celebraciones propias del obispo (ordenaciones, bendición de oleos, confirmación, institución de los ministerios laicales, coronación de sagradas imágenes, dedicación de templos y altares, etc.). Su contenido es el siguiente:

* Ritual de la Confirmación.

* Ritual de ordenación del diácono, del presbítero y del obispo.

* Ritual para instituir acólitos y admitir candidatos al diaconado y al presbiterado, y para la promesa de observar el celibato.

* Ritual de la consagración de vírgenes.

* Ritual de la bendición de un abad o una abadesa.

* Ritual de la bendición del óleo de los catecúmenos y enfermos y de la consagración del crisma.

* Ritual de la dedicación de iglesias y de altares.

* Ceremonial de los Obispos.

* EL RITUAL ROMANO DE LOS SACRAMENTOS: Consta de los siguientes:

* Ritual del bautismo de niños.

* Ritual de la iniciación cristiana de adultos.

* Ritual de la penitencia.

* Rito de la sagrada comunión y del culto de la eucaristía fuera de la misa.

* Ritual del matrimonio.

* Ritual de la unción y de la pastoral de enfermos.

* Ritual de exequias.

* EL GRADUAL: con la música de los cantos interleccionales.

* EL ORACIONAL: Es el libro de la oración de los fieles, que se reza después del Credo y donde elevamos nuestras peticiones por la Iglesia, por el mundo y nuestras necesidades particulares.

* EL BENDICIONAL: En el que se consignan las oraciones y rito de bendición de personas y cosas.

Me he preguntado si un tema como el que sigue puede ser insertado en este blog, y he llegado a responderme que sí, puesto que el tema del aborto y otros muchos son presentados en un escenario montado bajo la tutela de los "Derechos Humanos", pero enfocados desde un sólo ángulo. Es bueno entonces leer la opinión de un pensador que pone la cuestión en el ángulo preciso.

Levinas y los Derechos humanos.

La voz del no nacido, inocente entre los inocentes, clama por sus derechos no reconocidos

Emmanuel Lévinas es uno de los filósofos más inquietantes, hondos y creativos de nuestra época. La importancia de su obra no ha hecho más que crecer, de modo que se le considera como el principal responsable de ese giro antropológico y ético operado en el pensamiento contemporáneo, aunque no sea sistemático en sus estudios.

Respecto a los Derechos Humanos brinda una ‘alternativa’ propia frente a muchas actuales lecturas de los mismos. Lévinas desplaza del yo individual y autónomo moderno hasta ‘el otro hombre’ el fundamento de dichos derechos. De este modo posibilita una reflexión crítica singular.

Cuando Lévinas plantea la universalidad de los Derechos Humanos da la vuelta a la cuestión para mostrarnos la cara oculta y olvidada de la misma. Piensa la universalidad como una inextinguible exigencia y respeto que dimana del prójimo. Estos Derechos del otro hombre se despiertan a partir de la ‘diferencia’, no de la indiferencia de los individuos.

El ‘otro hombre’ demanda imperiosamente su dignidad porque no es absolutamente igual a nosotros, porque entre él y nosotros se alza siempre un abismo insondable, una distancia que nunca lograremos borrar. Esta distancia es eco, huella de algo infinito, que se hace audible en una exigencia de responsabilidad inextinguible por el otro hombre. Aquí radica, finalmente, según Lévinas, la pretensión más originaria de los Derechos Humanos.

La universalidad sigue a la unicidad, a la diferencia, más que a la unidad. Se abre a sí un horizontre muy amplio pues se abre a la singularidad a través de la responsabilidad. El otro no es un objeto al que podemos reducir, manejar. No es un elemento más que quepa ordenar de una manera u otra a nuestros fines. El otro clama por el reconocimiento de su diferencia. Sólo después del clamor primero, cuando ha sido escuchado, aparece la posibilidad de los Derechos Humanos. La fundamentación de los movimientos de Derechos Humanos está mucho más sólidamente pensada, es más es extra-territorial.

Esta perspectiva lleva los Derechos Humanos a una perspectiva moral personalista. Si además se añade un ‘tercero’ se advierte mejor el nivel jurídico de los Derechos Humanos más alejado de los positivismos jurídicos o de los abusos de gobernantes o legisladores que se centran en el individualismo relativista.

Es evidente que este planteamiento eleva a una nueva sensibilidad, a estar atento a la voz del ‘otro’ que exige respeto, igual que ‘yo’ exijo este tratamiento. La acogida del ‘otro’ necesita una escucha atenta de su voz, la conmoción original y profunda del sujeto humano.

Se puede decir que este planteamiento está incluido en los planteamientos de los personalismos metafísicos y es verdad, pero no deja de ser una nueva perspectiva que no conviene dejar de lado. Si se aplica este principio al aborto y a la libertad de escoger de la madre es clara la aportación de la voz del no nacido, inocente entre los inocentes, clamando por sus derechos no reconocidos.

Sirva este artículo como un apoyo más a la sabia disertación del Cardenal Bertone hace unos días con otros fundamentos, pero con la misma conclusión: Los Derechos Humanos tienen una validez universal por encima de los gobiernos y de los legisladores. Si no se respetan los Derechos Humanos se incurre en una alienación con ropaje democrático, o no, que acaba vaciando de contenido la misma democracia. (Fuente: Forum Libertas)

jueves, 19 de febrero de 2009

Formación Litúrgica

EL ALTAR

El altar representa a Cristo y es la mesa de su sacrificio y del banquete eucarístico para quienes caminamos hacia la patria celestial. Es el corazón del templo. Por eso se lo besa, se lo inciensa. Tiene que ser de piedra o mármol, dado que esta es la mejor manera de representar a Cristo "roca viva". ¡Es Cristo visible! Ya desde el antiguo testamento se construían altares para los sacrificios a Yahvé. Es conveniente que sea alto, grande, digno.

En la celebración eucarística, el centro del altar lo utiliza exclusivamente el Obispo o el Sacerdote, nunca el diácono ni menos el acólito o laico, porque es ahí donde se realiza el memorial de Cristo: La Eucaristía.

El altar tiene sus accesorios:

* EL MANTEL: pues es banquete lo que se celebra sobre el altar. En esa “mesa” Dios Padre nos servirá a su Hijo Jesús, como Cordero inmaculado, para alimento del alma.

* CANDELEROS: signos de la luz de la presencia de Cristo.

* EL CRUCIFIJO: colocado sobre el altar, pues cada misa es Calvario donde participamos de la cruz de Cristo.

* VASOS Y UTENSILIOS SAGRADOS: El cáliz, la patena, el copón y la custodia son los vasos sagrados de la mesa eucarística. El cáliz y la patena se usan para la celebración del Santo Sacrifico de la misa. El copón y la custodia sirven para conservar, trasladar o exponer el Santísimo Sacramento. Vaso subsidiario es la teca o caja pequeña, usada para llevar la comunión a los enfermos.

También son objeto de culto de uso en el altar, las vinajeras y el vasito de las abluciones; el incensario con la naveta, la campana o campanilla, las bandejas, el acetre o calderillo con agua bendita para las bendiciones y aspersion y su correspondiente hisopo para asperjar.

martes, 17 de febrero de 2009

Esto se debe leer y meditar

He leído en L’ Osservatore Romano del viernes 30 de enero pasado, una entrevista al nuevo Prefecto de la Congregación para el culto divino y disciplina de los Sacramentos, el cardenal Antonio Cañizares, que contiene expresiones suyas concretas y claras, relativas a la importancia de la formación litúrgica , cuyo contenido destaco y transcribo a continuación.

“¿Dónde está el futuro del hombre sino en la adoración de Dios? El Papa nos está insistiendo en ello por activa y por pasiva; no hace falta más que leer su precioso libro “El espíritu de la Liturgia”, que es mi programa de acción al frente de la Congregación. La adoración es el ofrecimiento a Dios, es el reconocimiento de Dios como centro de todo.....Y ante Él el hombre sólo puede decir: “Aquí estoy, me ofrezco en todo lo que Tú me has dado”, que es precisamente, la persona de Jesucristo. A través de la liturgia Cristo se hace presente en la Iglesia, que no es simplemente una sociedad que continúa la “causa de Jesús”, sino que es Jesús mismo presente en ella y actuando en ella. En la liturgia nos sentimos transformados, porque lo vemos todo desde Dios y, consiguientemente, transfigurados por su amor, que se realiza en la Eucaristía. En la liturgia Dios sale al encuentro del hombre, Dios habla al hombre como amigo, le descubre su intimidad, le hace que entre dentro de su secreto y de su verdad.”

Luego quien lo entrevista lo lleva al terreno de la Tradición, haciéndole notar que Benedicto XVI refleja constantemente este pensamiento en sus catequesis y homilías, y el cardenal Cañizares, responde:

“La Eucaristía es fundamentalmente Tradición, entrega de lo único que tiene la Iglesia y constituye la Iglesia, que es Jesucristo. Y la Iglesia de Jesucristo ha sido y será siempre Tradición, nunca ruptura con el legado anterior. Algunos pretendieron que la reforma conciliar era ruptura con la liturgia anterior; pero en realidad era todo lo contrario: se trataba de entregar aquello que se había recibido, con fidelidad y, por supuesto, con la natural actualización que necesiten algunas de las formas.....

La liturgia es memoria, pero memoria no de un pasado inerte, sino de algo que está realizándose ante nosotros y que todavía está por cumplirse en toda su plenitud.

Pregunta: ¿No le parece que los católicos hemos convertido con frecuencia esa memoria viva en letra muerta? Cuando un católico dice, por ejemplo, en la misa “Ven, Señor Jesús” ¿cree que tiene plena conciencia de lo que está diciendo?

Card. Cañizares: “Desgraciadamente hemos perdido conciencia de que al decir “¡Ven Señor Jesús!”, estamos repitiendo el marana-thá del libro del Apocalipsis; ni siquiera lo vinculamos con la expresión del padrenuestro: “Venga a nosotros tu reino”. Hemos “rutinizado” y convertido en fórmula las palabras litúrgicas. Ese “¡Ven Señor Jesús!” es el de una comunidad que está sufriendo dificultades y anhela el regreso de su Salvador. Y, claro, si eso lo dijésemos con toda la verdad que ahí está contenida, estaríamos expresando también todo lo que es “el espíritu de la liturgia”, porque estaríamos pidiendo que lo que está aconteciendo allí se haga realidad histórica y visible para los hombres y que santifique también el futuro del hombre: la vida eterna. Es necesario superar la “rutinización”; es necesario llevar a cabo una gran formación en la liturgia.

Acotación del entrevistador: O sea, una catequesis litúrgica.

Card. Cañizares: En efecto. Y también que toda la catequesis conduzca a la liturgia. Se han separado mucho liturgia y catequesis; y si embargo, el Catecismo de la Iglesia católica las une plenamente. Para volver al “¡Ven, Señor Jesús!”, que antes citaba usted... Si tomamos materiales catequísticos y observamos como tratan esas realidades últimas, comprobaremos que muchas veces no se tratan o, si se tratan, es como una especie de utopía o de escatología social. Ha desaparecido lo que es la resurrección de la carne (esto ha afectado incluso a la traducción misma del Credo), lo que es la vida eterna, lo que es la retribución personal, lo que es el estar con Dios verdaderamente. Y así la fe se convierte en un secularismo más o menos espiritualista. Una ausencia similar descubrimos si miramos cómo esos materiales catequéticos tratan la creación. Y, si no hay creación, no hay vida eterna: el hombre es simplemente de este mundo, pudo inmanentismo.

Esta desvirtuación de los dogmas de la fe ha cristalizado en la presentación del “Jesús de los valores”, el Jesús que sirve como mero modelo moral de imitación; así, hasta la misma crucifixión puede presentarse, como se ha publicado en algún libro, como una especie de accidente laboral. Se pierde el valor del sacrificio, el valor de redención, el valor de expiación, el valor de reconciliación, el valor de la misericordia que nos salva del pecado y del abismo de la muerte y del infierno. Tampoco de habla del infierno; por cierto, otra realidad que está ausente; como lo está el pecado original. Y así la fe se convierte en un moralismo fácilmente sustituible por cualquier otro”.

Hasta aquí las declaraciones del Cardenal Antonio Cañizares; que nos sirvan para “mirar adentro de casa” y ver como andamos.

lunes, 16 de febrero de 2009

Formación Litúrgica

LOS LUGARES DE LA CELEBRACIÓN

Para la celebración litúrgica hay unos espacios especialmente significativos. Se entiende por espacio celebrativo los lugares donde se desarrollan las acciones litúrgicas. Estos espacios litúrgicos que alberga toda Iglesia son:

* EL SAGRARIO o TABERNÁCULO: El sagrario o el tabernáculo, es el lugar donde se

conservan las hostias consagradas en la Misa, para poder ser llevadas a los enfermos.

La presencia sustancial de Jesús en esas hostias se anuncia por medio de una lámpara colocada cerca del sagrario, la que se encuentra permanentemente encendida.

* EL BAPTISTERIO: Se trata del lugar destinado a la celebración del bautismo y en el que se encuentra la fuente bautismal. En los templos el baptisterio está cerca de la puerta principal. Ello tiene un significado: nos recuerda que el bautismo es la puerta de entrada en la Iglesia, y, así, a la vida de los hijos de Dios. El ritual del bautismo lo describe así: “El baptisterio –es decir, el lugar donde brota el agua de la fuente bautismal o simplemente, está colocada permanentemente la pila– debe ser reservado al sacramento del Bautismo y ser verdaderamente digno, de manera que aparezca con claridad que allí los cristianos renacen del agua y del Espíritu Santo”. En algunos templos suele colocarse en el presbiterio.

* LA NAVE: Se denomina nave a la parte central del templo, destinada a la asamblea que celebra la liturgia bajo la presidencia del ministro que representa a Cristo. No hay manifestación más transparente de la Iglesia que esta: la reunión de los bautizados para la celebración de la Misa. Este espacio va desde la puerta de entrada hasta el espacio del presbiterio. Es un gran espacio, signo de una comunidad amplia, abierta que tiene su fundamento no en sí misma sino en Cristo muerto y resucitado.

* LAS CAPILLAS LATERALES: Son como otras tantas pequeñas iglesias dentro de la principal. Responden al deseo de dar culto a santos locales y universales de mayor devoción.

* TORRES Y CAMPANARIOS: Indican la presencia del lugar santo. Los campanarios rematan, la mayoría de veces, con una cruz; también, sobre todo en templos antiguos, suele encontrarse una veleta o un gallo. La cruz proclama el signo de Cristo; la veleta recuerda los vaivenes de la fama y lo efímero de la vida; y el gallo es símbolo de la vigilancia.

* CRIPTA: Los primeros cristianos la usaban como sepulcro para sus santos mártires y para sitio de reunión en el día del aniversario de su martirio. Con el tiempo, cada cripta sepulcral se convirtió en una pequeña capilla sobre la que se erigieron luego otras iglesias superiores, haciendo coincidir los altares de ambas.

* LA SACRISTÍA: Aunque estrictamente no forma parte de los lugares de celebración, tiene un papel importante en la preparación del culto y en su digna realización. Es la sala donde normalmente se revisten y preparan los ministros antes de salir a la celebración. Es también el lugar donde se guardan los objetos, vestidos y utensilios litúrgicos.

* EL CONFESIONARIO : Es el lugar donde se celebra el sacramento de la Penitencia o de la Reconciliación. Toma el nombre del aspecto más característico del mismo, la confesión de los pecados ante el sacerdote. Los confesionarios se encuentran cerca de la nave. Es un mueble normalmente de madera en el que toma asiento el sacerdote para oír las confesiones . A los costados está provisto de una rejilla entre el penitente y el confesor, con el fin de resguardar la privacidad y que pueden utilizar libremente los fieles que así lo deseen

* EL PRESBITERIO: Se llama presbiterio al área en torno al altar, un poco elevado y distinto de la nave. Es un espacio particularmente digno y significativo. El presbiterio debe quedar bien diferenciado respecto a la nave del templo, sea por su diversa elevación, sea por una estructura y ornato peculiar. En el presbiterio existen tres elementos: altar (lugar del sacrificio eucarístico), sede (lugar de presidencia) y ambón (lugar de la proclamación de la Palabra de Dios).

* EL ALTAR: Es el elemento más relevante de lo que encontramos en el edificio de la iglesia. Es el centro de nuestra celebración. Es signo de Cristo y, por tanto, merece toda nuestra veneración: los ministros lo besan, lo inciensan, se inclinan ante él, se ilumina. El altar es, simultáneamente, el ara donde se realiza sacramentalmente el único sacrificio de Cristo en la cruz, la mesa del Señor –dispuesta con blancos manteles– en torno al cual se congrega el único Pueblo de Dios para recibir el alimento, el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

* EL AMBÓN: Es el lugar litúrgico para la proclamación de la Palabra de Dios. La palabra latina “ambo” proviene del griego “anabaino”, subir, y designaba un sitio elevado, la tribuna, con barandilla y atril, cerca de la nave.

* LA SEDE: Es el asiento reservado para el que preside la asamblea litúrgica, modera la oración y exhorta a la comunidad de los fieles reunida para la celebración eucarística. La sede es signo de la presencia de Cristo, quien a través de su ministro, preside a su iglesia. La sede del Obispo recibe el nombre de Cátedra.

viernes, 13 de febrero de 2009

No es mi intención promocionar libros, pero el que publicara el entonces cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, no es para dejarlo pasar. Se trata de "El Espíritu de la Liturgia"; tiene ya unos años pero es para tenerlo siempre al alcance de la mano, como libro de consulta y de gran aprovechamiento espiritual. Aquí va un comentario de Mercabá.org.

Un enriquecedor libro del cardenal Ratzinger El espíritu de la liturgia Una de las claves del Concilio Vaticano II fue la renovación litúrgica, pero ésta ha llegado a los cristianos como cambios exteriores más que como un espíritu. En este libro de Ediciones Cristiandad, el cardenal Ratzinger, hace una introducción rigurosa, de carácter teológico, para revelar el espíritu que anima la liturgia y, mediante ella, a toda la Iglesia. Con el fin de redescubrir toda la belleza de la liturgia y su riqueza oculta, este nuevo libro es una actualización del que, en 1946, escribiera Guardini: Sobre el espíritu de la liturgia. Ofrecemos algunos párrafos:

Podríamos decir que entonces -en 1918- la liturgia se parecía a un fresco que, aunque se conservaba intacto, estaba casi completamente oculto por capas sucesivas. Gracias al Concilio Vaticano II, aquel fresco quedó al descubierto y, por un momento, quedamos fascinados por la belleza de sus colores y de sus formas. Sin embargo, ahora está nuevamente amenazado, tanto por las restauraciones o reconstrucciones desacertadas, como por el aliento de las masas que pasan de largo.

- Dios tiene derecho a una respuesta por parte del hombre, tiene derecho al hombre mismo, y donde este derecho de Dios desaparece por completo, se desintegra el orden jurídico humano, porque falta la piedra angular que le dé cohesión.

- El culto es percatarse de la caída, es, por así decirlo, el instante del arrepentimiento del hijo pródigo, el volver-la-mirada al origen. Puesto que, según muchas filosofías, el conocimiento y el ser coinciden, el hecho de poner la mirada en el principio, constituye también, y al mismo tiempo, un nuevo ascenso hacia él.

- La Eucaristía es, desde la cruz y la resurrección de Jesús, el punto de encuentro de todas las líneas de la Antigua Alianza, e incluso de la historia de las religiones en general: el culto verdadero, siempre esperado y que siempre supera nuestras posibilidades, la adoración en espíritu y verdad.

- El culto cristiano implica universalidad. La liturgia cristiana nunca es la iniciativa de un grupo determinado, de un círculo particular o, incluso, de una Iglesia local concreta. La Humanidad que sale al encuentro de Cristo se encuentra con Cristo que sale al encuentro de la Humanidad.

- Que nadie diga ahora: la Eucaristía está para comerla y no para adorarla. No es, en absoluto, un pan corriente, como destacan, una y otra vez, las tradiciones más antiguas. Comerla es un proceso espiritual que abarca toda la realidad humana. Comerlo significa adorarle. Comerlo significa dejar que entre en mí de modo que mi yo sea transformado y se abra al gran nosotros, de manera que lleguemos a ser uno solo con Él. De esta forma, la adoración no se opone a la comunión, ni se sitúa paralelamente a ella. La comunión alcanza su profundidad sólo si es sostenida y comprendida por la adoración. La presencia eucarística en el tabernáculo no crea otro concepto de Eucaristía paralelo o en oposición a la celebración eucarística, más bien constituye su plena realización. Pues esa presencia la que hace que siempre haya Eucaristía en la Iglesia.

- El domingo es, para el cristiano, la verdadera medida del tiempo, lo que marca el ritmo de su vida. No se apoya en una convención arbitraria, sino que lleva en sí la síntesis única de su memoria histórica, del recuerdo de la creación y de la teología de la esperanza. Es la fiesta de la resurrección para los cristianos, fiesta que se hace presente todas las semanas, pero que no por eso hace superfluo el recuerdo específico de la Pascua de Jesús.

- La ausencia total de imágenes no es compatible con la fe en la encarnación de Dios. Dios, en su actuación histórica, ha entrado en nuestro mundo sensible para que el mundo se haga transparente hacia Él. Las imágenes de lo bello en las que se hace visible el misterio del Dios invisible forman parte del culto cristiano.

- La imagen de Cristo y las imágenes de los santos no son fotografías. Su cometido es llevar más allá de lo constatable desde el punto de vista material, consiste en despertar los sentidos internos y enseñar una nueva forma de mirar que perciba lo invisible en lo visible. La sacralidad de la imagen consiste precisamente en que procede de una contemplación interior y, por esto mismo, lleva a una contemplación interior.

- En la acción por la que nos acercamos, orando, a la participación, no hay diferencia alguna entre el sacerdote y el laico. Indudablemente, dirigir la oratio al Señor en nombre de la Iglesia y hablar, en su punto culminante, con el Yo de Jesucristo, es algo que sólo puede suceder en virtud del poder que confiere al sacramento. Pero la participación es igual para todos, en cuanto que no la lleva a cabo hombre alguno, sino el mismo Señor y sólo Él.

- Tu nombre será una bendición había dicho Dios a Abrahán al principio de la historia de la salvación. En Cristo, hijo de Abrahán, se cumple esta palabra en su plenitud. Él es una bendición, para toda la creación y para todos los hombres. La cruz, que es su señal en el cielo y en la tierra, tenía que convertirse, por ello, en el gesto de bendición propiamente cristiano. Hacemos la señal de la cruz sobre nosotros mismos y entramos, de este modo, en el poder de bendición de Jesucristo. Hacemos la señal de la cruz sobre las personas a las que deseamos la bendición. Hacemos la señal de la cruz también sobre las cosas que nos acompañan en la vida y que queremos recibir nuevamente de la mano de Dios. Mediante la cruz podemos bendecirnos los unos a los otros. Personalmente, jamás olvidaré con qué devoción y con qué recogimiento interior mi padre y mi madre nos santiguaban, de pequeños, con el agua bendita. Nos hacían la señal de la cruz en la frente, en la boca, en el pecho, cuando teníamos que partir, sobre todo si se trataba de una ausencia particularmente larga.

- Existen ambientes, no poco influyentes, que intentan convencernos de que no hay necesidad de arrodillarse. Dicen que es un gesto que no se adapta a nuestra cultura (pero ¿cuál se adapta?); no es conveniente para el hombre maduro, que va al encuentro de Dios y se presenta erguido. (...) Puede ser que la cultura moderna no comprenda el gesto de arrodillarse, en la medida en que es una cultura que se ha alejado de la fe, y no conoce ya a aquel ante el que arrodillarse es el gesto adecuado, es más, interiormente necesario. Quien aprende a creer, aprende también a arrodillarse. Una fe o una liturgia que no conociese el acto de arrodillarse estaría enferma en un punto central.

- La religiosidad popular es el humus sin el cual la liturgia no puede desarrollarse. Desgraciadamente muchas veces fue despreciada e incluso pisoteada por parte de algunos sectores del Movimiento Litúrgico y con ocasión de la reforma postconciliar. Y, sin embargo, hay que amarla, es necesario purificarla y guiarla, acogiéndola siempre con gran respeto, ya que es la manera con la que la fe es acogida en el corazón del pueblo, aun cuando parezca extraña o sorprendente. Es la raigambre segura e interior de la fe. Allí donde se marchite, lo tienen fácil el racionalismo y el sectarismo.

El hombre que descubre la persona del "OTRO" en medio de todas las cosas, de todas las ideas, de todos los trabajos, de todos los negocios, de todas las máquinas... y lo reconoce como entrañable hermano, redimido por la sangre de Cristo... ¡ÉSE ES EL SANTO!

jueves, 12 de febrero de 2009

QUIÉNES SON LOS SANTOS

Son los héroes de cada día. Héroes de la Fe y del Amor. La santidad cristiana no es una perfección levantada sobre virtudes abstractas. Entre el filósofo cristiano, que ordena su vida según una ética rigurosa, y el santo, hay una diferencia sustancial. El primero sirve a una idea, el segundo imita a una persona. El santo es la reproducción de Cristo.

Pero los santos, como limitados, no pueden agotar el modelo que pretenden reproducir. Ya es mucho que nos den alguna faceta del mismo, algún rasgo saliente que nos recuerde a Cristo. No hay dos santos iguales como no hay dos hombres iguales. Lo que se hereda con la sangre y se adquiere con la educación no es lo mismo en cada hombre y en cada mujer. Sobre esta materia humana trabaja el Espíritu de Jesús, para que la fisonomía de cada santo y de cada santa conserve sus trazos característicos e inconfundibles, sin que resulte la reproducción en serie del mismo cliché. Los santos difieren sorprendentemente unos de otros, aunque todos conserven un aire de familia, que les viene de su parecido común con Jesús.

Los santos no fueron estatuas. Vivieron, se movieron, conversaron y también, a veces, pecaron. Ante sus contemporáneos no siempre tuvieron aquella aureola que se les colocó el día de su canonización. Sus vidas pueden ejercer una saludable influencia sobre nosotros, estimulándonos a la santidad precisamente por el sistema pedagógico más eficaz: el ejemplo. Debemos conocerlos y amarlos para que nos enseñen y ayuden en el camino del seguimiento cristiano.

(Fuente: mercabá.org)