sábado, 28 de mayo de 2011

El verdadero espíritu de "Sacrosantum Concilium"

Para los que se interesan por los temas de la liturgia de la Iglesia, el tema que sigue, no es algo que debiera ser ignorado, sino que se trata de algo sustancial que ayuda sobremanera a poner las cosas en su lugar. La Igesia tiene una abundante tradición litúrgica que no debe ser ignorada sin más. Por otra parte es dable advertir que no existe mucho eco en la preocupación del Santo Padre al respecto en esta cuestión. Pues bien, ya que estos temas no se tratan asiduamente, sino que pareciera que son para los especialistas, aquí inserto esta entrada de la traducción hecha por el blog "La buhardilla de Jerónimo", a quien agradecemos.
La Constitución litúrgica Sacrosanctum Concilium del concilio Vaticano II afirma que “la Iglesia, en aquello que no afecta a la fe o al bien de toda la comunidad, no pretende imponer, ni siquiera en la Liturgia, una rígida uniformidad” (n. 37). No se les escapa a muchos que actualmente está en juego la fe, por lo que es necesario que las legítimas variedades de formas rituales deban reencontrar la unidad esencial del culto católico. El Papa Benedicto XVI lo recordó seriamente: “En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado” (Carta a los obispos con ocasión del levantamiento de la excomunión a los cuatro obispos consagrados por el arzobispo Lefebvre, 10 de marzo de 2009).


El beato Juan Pablo II afirmaba a su vez que “la sagrada liturgia expresa y celebra la única fe profesada por todos y, dado que constituye la herencia de toda la Iglesia, no puede ser determinada por las Iglesias locales aisladas de la Iglesia universal” (Encíclica Ecclesia de Eucaristia, n. 51) y que “la liturgia nunca es propiedad privada de alguien, ni del celebrante ni de la comunidad en que se celebran los Misterios” (n. 52). En la constitución litúrgica se afirma además: “el sacrosanto Concilio, ateniéndose fielmente a la tradición, declara que la Santa Madre Iglesia atribuye igual derecho y honor a todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos los medios” (n. 4). La estima por las formas rituales es el presupuesto de la obra de revisión que, de tanto en tanto, se vuelve necesaria. Ahora bien, las dos formas, ordinaria y extraordinaria, de la liturgia romana son un ejemplo de recíproco incremento y enriquecimiento. Quien piensa y actúa en forma contraria socava la unidad del rito romano que debe ser fuertemente salvaguardada, no desarrolla una auténtica actividad pastoral ni una correcta renovación litúrgica, sino que priva a los fieles de su patrimonio y de su herencia, a la que tienen derecho.


En continuidad con el magisterio de sus predecesores, Benedicto XVI promulgó en el 2007 el motu proprio Summorum Pontificum, con el cual hizo más accesible para la Iglesia universal la riqueza de la liturgia romana, y ahora dio mandato a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei para publicar la instrucción Universae Ecclesiae con el fin de favorecer correctamente su aplicación. En la introducción del documento se afirma: “Con tal motu proprio el Sumo Pontífice Benedicto XVI ha promulgado una ley universal para la Iglesia” (n. 2). Esto significa que no se trata de un indulto, ni de una ley para grupos particulares, sino de una ley para toda la Iglesia, que, dada la materia, es también una “ley especial” que “deroga aquellas medidas legislativas inherentes a los ritos sagrados, promulgadas a partir de 1962, que sean incompatibles con las rúbricas de los libros litúrgicos vigentes en 1962” (n. 28).


Debe ser recordada aquí la regla de oro patrística, de la que depende la comunión católica: “cada Iglesia particular debe concordar con la Iglesia universal, no solo en cuanto a la doctrina de la fe y a los signos sacramentales, sino también respecto a los usos universalmente aceptados de la ininterrumpida tradición apostólica, que deben observarse no solo para evitar errores, sino también para transmitir la integridad de la fe, para que la ley de la oración de la Iglesia corresponda a su ley de fe” (n.3). El célebre principio lex orandi-lex credendi, referido en este número, está en la base de la restauración de la forma extraordinaria: no ha cambiado la doctrina católica de la Misa en el rito romano, porque liturgia y doctrina son inseparables. Puede haber, en una y otra forma del rito romano, acentuaciones, énfasis, expresiones más marcadas de algunos aspectos respecto a otros, pero esto no afecta la unidad sustancial de la liturgia.


La liturgia ha sido y es, en la disciplina de la Iglesia, materia reservada al Papa, mientras que los ordinarios y las conferencias episcopales tienen algunas competencias delegadas, especificadas en el derecho canónico. Además, la instrucción reafirma que hay ahora “dos formas de la Liturgia Romana, definidas respectivamente ordinaria y extraordinaria: son dos usos del único Rito romano (…) Ambas formas son expresión de la misma lex orandi de la Iglesia. Por su uso venerable y antiguo, la forma extraordinaria debe conservarse con el honor debido” (n. 6). El número siguiente refiere un pasaje clave de la carta del Santo Padre a los obispos, que acompaña el motu proprio: “No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Missale Romanum. En la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso pero ninguna ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser  improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial” (n. 7).


La instrucción, en línea con el motu proprio, no concierne sólo a cuantos desean continuar celebrando la Misa  del mismo modo en que la Iglesia lo ha hecho sustancialmente desde hace siglos; el Papa quiere ayudar a todos los católicos a vivir la verdad de la liturgia para que, conociendo y participando en la antigua forma romana de celebración, comprendan que la constitución Sacrosanctum Concilium quería reformar la liturgia en continuidad con la tradición.
(Fuente: la buhardilla de Jerónimo)

martes, 10 de mayo de 2011

Benedicto XVI y la Liturgia

Después de escuchar tantos comentarios desde uno y otro extremo, las palabras de nuestro querido Papa Benedicto, ponen las cosas en su debido lugar. A la Liturgia se la trae de aquí para allá, y ella no es un objeto, sino el medio por el cuál el Padre por su Hijo Jesucristo y la asistencia del Espíritu Santo derrama sobre nosotros el manantial de su gracia. Lo que sigue debe leerse con detenimiento para comprender la importancia de las declaraciones del Santo Padre.
  “Por desgracia, tal vez, la liturgia ha sido acogida  -también por nosotros pastores y expertos-,  más como un objeto para reformar que no como un sujeto capaz de renovar la vida cristiana, desde el momento en que existe un vínculo estrechísimo y orgánico entre la renovación de la liturgia y la renovación de toda la vida de la Iglesia", dijo el papa Benedicto XVI al recibir el pasado viernes 6 de mayo a los participantes en el IX Congreso Internacional de Liturgia promovido por el Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo, en el cincuenta aniversario de su fundación.

     El Papa recordó que "el beato Juan XXIII, recogiendo las instancias del movimiento litúrgico que deseaba dar un nuevo impulso y un nuevo aliento a la oración de la Iglesia, poco antes del Concilio Vaticano II y durante su celebración quiso que la Facultad de los Benedictinos en el Aventino constituyese un centro de estudios y de investigación para asegurar una base sólida a la reforma litúrgica conciliar".

     Refiriéndose al título elegido para el congreso: "El Pontificio Instituto Litúrgico entre memoria y profecía", el Papa dijo que a la "memoria" pertenece la vida del Instituto, que ha ofrecido su contribución a la Iglesia comprometida en la recepción del Concilio Vaticano II, a través de cincuenta años de formación litúrgica académica".

     Benedicto XVI señaló que con el término "profecía", la mirada se abre a nuevos horizontes. La liturgia de la Iglesia va más allá de la misma "reforma conciliar", cuyo objetivo, de hecho, no era principalmente cambiar los ritos y los textos, sino más bien renovar la mentalidad y poner en el centro de la vida cristiana y de la pastoral la celebración del misterio pascual de Cristo.

     Por desgracia, agregó, tal vez la liturgia ha sido aceptada  -también por nosotros pastores y expertos-,  más como un objeto para reformar y no como un sujeto capaz de renovar la vida cristiana, desde el momento en que "existe un vínculo estrechísimo y orgánico entre la renovación de la liturgia y la renovación de toda la vida de la Iglesia".

     "La liturgia vive de una relación constante y correcta entre sana "traditio" y "legitima progressio", claramente manifestada por la Constitución conciliar "Sacrosanctum concilium" en el n. 23. No pocas veces se contraponen equivocadamente tradición y progreso. En realidad, los dos conceptos se integran: la tradición es una realidad viva, incluye por tanto, en sí misma, el principio del desarrollo, del progreso".

     El Santo Padre concluyó expresando el deseo de que "la Facultad de Sagrada Liturgia continúe con renovado empuje su servicio a la Iglesia, en plena fidelidad a la rica y valiosa tradición litúrgica, y a la reforma querida por el Concilio Vaticano II, de acuerdo con las líneas maestras de la "Sacrosanctum concilium" y los pronunciamientos del Magisterio".
(Fuente: Aica.org)


domingo, 8 de mayo de 2011

Triple saludo diario a María

El Papa Benedicto XIV estableció, en 1742, que durante el tiempo Pascual (desde la Resurrección del Señor hasta el día de Pentecostés) se sustituyera el rezo del Ángelus por la antífona "Regina Coeli". 

G: Reina del cielo, alégrate, aleluya.
T: Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.

G: Ha resucitado según su palabra, aleluya.

T: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

G: Goza y alégrate Virgen María, aleluya.

T: Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya.

Oremos:


Oh Dios, que por la resurrección de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen. (tres veces)

viernes, 6 de mayo de 2011

Intenciones del Santo Padre para el mes de Mayo

Intención General: Para que cuantos operan en los medios de comunicación respeten siempre la verdad, la solidaridad y la dignidad de toda persona.
Intención Misionera: Para que el Señor done a la Iglesia en China la capacidad de perseverar en la  fidelidad al  Evangelio y crecer en la unidad.