lunes, 15 de octubre de 2012

Un niño en busca de respuestas



Papá, ¿dónde está Dios?

 

 Querido hijo, un día me hiciste una pregunta al acostarte, después de rezar: “papá, ¿dónde está Dios?” Y yo no supe que contestarte de modo que me comprendieras. No es fácil explicarlo. Verás, Dios está en todas partes. Esto quiere decir que si estamos en casa, rezando en tu habitación, El nos puede ver y escuchar, pero también si estamos  en la calle o en cualquier otro sitio. Dios también está dentro de nosotros y por eso también podemos escucharle. Sí, ya sé. Te conozco bien. Estás pensado que tu nunca le has escuchado. Pero es que a Dios no se le escucha con los oídos. Hay otras cosas que no se escuchan con los oídos. Por ejemplo, cuando estás pensando en algo te escuchas a ti mismo, pero no con los oídos.

 Te explicaré cómo es posible esto. Dios ha hecho todas las cosas. Y a cada cosa le ha dado unos poderes especiales. Ha creado las estrellas, las piedras, los ríos, los animales, y también a las personas.  A las estrellas les ha dado el poder de brillar en la noche, a los pájaros el poder de volar, y a todos los animales el poder de vivir. A nosotros, los hombres, también nos ha dado la vida, pero además nos ha dado algo muy especial, algo que no ha dado a ninguna otra cosa o animal. Nos ha dado el poder de conocer a Dios. Y para esto, Dios nos ha creado con un alma.

 Sí, ya lo se. Dios está en el cielo, lo rezamos en el Padrenuestro.  Este cielo del que hablamos cuando rezamos el Padrenuestro, no es en el que vuelan los aviones, y flotan las nubes, y en el que vemos las estrellas, sino que es el mundo de las cosas espirituales. Sí, hay dos mundos. Uno con las cosas que podemos ver y oír y tocar, y otro con las cosas que no podemos ver ni tocar. Hay otra oración en la que decimos que Dios ha creado todo lo visible e invisible. Esto significa que ha creado los dos mundos: el que vemos y el que no vemos. Allí, en el mundo que no vemos, el cielo, es donde están los ángeles y Dios y el alma de las personas que se han muerto.

 Pero Dios para poder hablar a las personas que vivimos en este mundo visible, se hace visible a través de la naturaleza, de las cosas que nos pasan, de todo lo bonito. Dios se esconde en nuestro mundo. Hay que aprender a descubrirle. Le gusta este juego, y lo que más le gusta es que le descubramos. Se pone muy contento. Prueba a jugar con Dios, ¡a ver si lo ves! Cuando uno empieza a jugar es difícil verle. Pero poco a poco, con un poco de práctica, enseguida le empiezas a pillar. Unas veces detrás de una bonita luna, y otras en una tarde fantástica en la que has estado jugando con los primos sin pelearte con ellos.

 Pero a Dios le gusta otro juego mucho más que este. Le gusta mucho jugar a los disfraces. ¡Y es muy bueno disfrazándose! Casi mejor que cuando se esconde. ¡Prueba a jugar! Cuando le descubres, se pone aún más contento que cuando le encuentras en sus escondites. El disfraz que más le gusta es el de un pobre, el de una persona que no tiene dinero, y en el de un anciano enfermo, y también el de un niño al que sus compañeros no le ajuntan y no quieren jugar con él. Pero también, y en estos casos sí que es difícil descubrirlo, es cuando se disfraza en tu padre o tu madre o tus amigos o hermanos.

 Pero aún hay otro juego que le gusta más. Es el que más le gusta de todos. Pero también es el más difícil de jugar. A Dios le gusta meterse dentro de nosotros mismos. Le gusta meterse dentro de ti, en lo más hondo de tu corazón. Si te callas mucho rato y no haces ruido y cierras los ojos, es seguro que algún día le encuentras. ¡Y entonces, habrás ganado el juego! Y después te resultará mucho más fácil y divertido jugar con Dios a encontrarle escondido en las  cosas que te pasan y en la naturaleza que El ha creado. Y también serás muy bueno jugando a descubrir su disfraz en cada persona.

 Me preguntaste "¿dónde esta Dios?". No es una pregunta que yo te pueda responder, sino el nombre de un juego que tienes que jugar tú. Pero no siempre se juega solo, también puedes jugar con otros. Es más fácil si se juega con otras personas que también quieran jugar con Dios. Cuando vayas creciendo te iré enseñando a jugar, y algunos trucos para pillarle.

Papá.

(Fuente: buscadlabelleza.com)