sábado, 19 de septiembre de 2009

LA PAUSA DIARIA

 Lo que encontrarás a continuación lo vi publicado al recorrer algunos de los tantos y buenos blogs católicos, en este caso "Espiritualidad Ignaciana", y por supuesto como ex alumno de los jesuitas me interesó. Espero que te sirva como guía y apoyo en el camino hacia la santidad.

Una de las características principales de la espiritualidad ignaciana es la del discernimiento de la voluntad de Dios en la vida.
Uno de los elementos para realizarla es la pausa o examen diario.
aquí les dejo un pequeño articulo sobre qué es la pausa y como hacerla.
El Examen:  Oración de toma de conciencia de la vida como una
historia de amor en la espiritualidad ignaciana.[EE 43]

A.-  Importancia del exámen diario.   En la Primera Semana de Ejercicios San Ignacio nos enseña a examinar nuestra vida y a hacernos responsables por ella.  Para ello propone diversas formas de orar, examinar la conciencia y de discernir caminos de libertad para crecer en el amor y alcanzar así la plenitud para la que fuimos creados.

San Ignacio asignaba gran importancia al examen por ser la forma más adecuada para ir discerniendo el paso del Señor en la propia vida.  Cuentan que a Pedro Fabro lo hizo esperar cuatro años antes de darle los Ejercicios, y, mientras tanto, le pedía que hiciera el examen y lo acompañaba espiritualmente.  Examen y acompañamiento espiritual se complementan.  La práctica del examen es la que va dando materia para el diálogo y discernimiento con el director.  Si la persona puede hablar de las consolaciones y desolaciones que se producen en su vivir, de las mociones que lo impulsan, de los miedos que lo trancan, del modo cómo trata de manejarse en cada caso, es posible comenzar un camino espiritual serio.  Y es el examen el que irá perfilando y aclarando los caminos.

                        San Ignacio daba tanta importancia al examen que a los jesuitas, mientras estudian, los libera de largos períodos de oración pero les recomienda que nunca dejen el Examen dos veces al día.  El, personalmente, lo emplea continuamente como una forma de discernir mociones y de encuentro con Dios.  Su “Diario Espiritual” es un ejemplo de cómo vinculaba examen y discernimiento en su propia vida y de la tremenda importancia que daba a esta forma de encuentro con Dios en su vida corriente. 

                        Porque la vida corriente es el lugar del encuentro con Dios, del encuentro con Su amor que nos busca para vivir con nosotros en siempre creciente Alianza de amor.   Dios mismo nos sale al encuentro en cada momento de la vida, en cada crisis, en cada rutina para que dejen de ser sólo mías y pasen a ser “lugar de encuentro”, “concreción de Alianza”, “cercanía del Reino del Padre”.  Dios nos sonríe y alienta desde la vida misma o nos mira con cariño apenado por no saber discernir los signos de los tiempos.  Es en el momento a momento de la vida corriente donde se juega nuestra fidelidad a Su amor, a la vida que nos regala y a Su Alianza en Cristo.

                        El examen es para discernir la vida: re-conocer y sopesar lo sentido, lo vivido, las alegrías y los dolores, las esperanzas y los miedos, la acogida a lo concreto y los rechazos ante la realidad o lo que nos ocurre.  Se trata de estar atentos a las fuerzas y los sentimientos que nos alientan o frenan frente a las realidades del mundo actual.  Se trata de estar atentos a los deseos de salir al encuentro de esos desafíos y a las tendencias a evadirnos que experimentamos.  Y esto desde dentro de la vida que Dios nos regala cada día para encontrarse con nosotros.

                        El examen es un tiempo de oración para hacernos sensibles a la acción de Dios en lo íntimo del ser.   Sin  relación con la contemplación de Dios en la propia vida, el examen deja de ser oración de discernimiento y se transforma en un automoldearse para un perfeccionamiento humano y pierde la hondura espiritual de estar intentando ser fieles a una Alianza.  Y la contemplación del actuar de Dios en nuestra vida, sin el examen de su incidencia en la vida concreta, puede constituirse en una forma de evasión.

B. ¿Cómo vivir día a día el exámen?

                        El examinar el nivel de conciencia cristiana con que vivo mi vida diaria es una forma de oración muy importante.  Me ubica en mi identidad de hijo amado del Padre Dios y por eso hermano de todos los hombres.  Me ayuda a recordar el llamado de Jesucristo a vivir muy unido a El y a llevar buenas noticias a los que me rodean.  Reaviva en mi la conciencia de ser  templo viviente del Espíritu Santo.  San Ignacio la recomienda vivamente a quienes siguen su camino espiritual.  Se trata de una forma especial de oración, en la que vamos recorriendo, con el Señor y como tomados de su mano, lo vivido durante la jornada.  Por eso se sugiere hacerla en la noche y su duración promedio puede ser de unos diez minutos.  Esto es lo que San Ignacio llama el “examen general” [EE N° 43], en el que recomienda recorrer 5 momentos, o “puntos” como los llama él: dar gracias, pedir luz, revisión del día vivido, pedir perdón y proponer cambios.  Veamos estos “puntos” uno a uno después de calmarme, en presencia de Alguien, en espera de algo…:

1.- Introducción: Calmarme…delante de Alguien… en espera de algo…

2.-  Dar gracias a Dios nuestro Padre por el regalo del día vivido, por tantos beneficios recibidos de salud, relaciones, sentimientos, trabajo, vitalidad, etc.  Recorrer con Él el lado luminoso de mi día, agradeciendo y alabando.

3.- Pedir el regalo del Espíritu Santo para poder reconocer mis infidelidades al amor del Padre; mis faltas de finura con El,  mis rebeldías, frivolidades, faltas de atención a Sus hijos y sus necesidades…

4.- Recorrer y examinar, de la mano de Jesús, el lado oscuro de lo vivido durante el día.  Se trata de revisar, con El, mis actitudes, pensamientos, palabras, acciones y omisiones en los que se reflejaron criterios de juicio y prioridades no evangélicas; relaciones no acordes con Su corazón.  Mis fallas en profundizar los amores y superar los desencuentros.  Esto hacerlo conversándolo con Jesús, sin soltarme de su mano, y no como un ejercicio de superación personal.  Esto es importante porque es en mi vida corriente, de momento a momento, donde se juega mi fidelidad al amor de Dios y al llamado de Jesús a construir juntos un mundo más humano y amoroso.

5.- Pedir perdón a Dios Padre y a Jesús por mis infidelidades y faltas de amor a ellos y a mis hermanos.

6.- Pedir luz y fuerza al Espíritu Santo para vivir al día siguiente en forma más amorosa y coherente con Su amor. 


Terminar con un Padre Nuestro. 



NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE



El 19 de septiembre de 1846, en La Salette, en los Alpes franceses, la Sma. Virgen se le apareció a dos pastorcitos, Maximin Giraud, que contaba a la sazón 9 años, y Melania Calvat, de 14 años de edad. Los dos niños eran ignorantes y provenientes de familias muy pobres. A ellos fue que la Reina de los Cielos escogió para desbordar Su Corazón doloroso y «anunciar una gran noticia.» Ese sábado, temprano, los dos niños cruzan las pendientes del monte sus-les-Baisses, cada uno llevando sus cuatro vacas. Maximino, además, su cabra y su perro Loulou. El sol resplandece sobre los pastos. A mitad de la jornada, el Angelus suena allá abajo en el campanario de la iglesia de la aldea. Entonces los pastores conducen sus vacas a "la fuente de las bestias", una pequeña represa que forma el arroyuelo que baja por la quebrada del Seiza. Después las llevan hacia una pradera llamada "le chômoir", en las laderas del monte Gargas. Hace calor, las bestias se ponen a rumiar.

Maximino y Melania suben un pequeño valle hasta la "fuente de los hombres". Junto a la fuente toman su frugal comida: pan con un trozo de queso de la región. Otros pequeños pastores que "guardan" más abajo se les unen y charlan entre ellos. Después de su partida, Maximino y Melania cruzan el arroyo y descienden unos pasos hasta dos bancos de piedras apiladas, cerca de la hondonada seca de una fuente agotada: "la pequeña fuente". Melania pone su pequeño talego en el suelo, y Maximino su blusa y merienda sobre una piedra.

Contrariamente a su costumbre, los dos niños se tumban sobre la hierba... y se duermen. Se está bien bajo el sol de este fin de verano, no hay una nube en el cielo. Al rumor del arroyo se añade además la calma y el silencio de la montaña. pasa el tiempo...

¡Bruscamente, Melania se despierta y sacude a Maximino! "¡Mémin, Mémin, rápido, vamos a ver nuestras vacas... No sé dónde están!" Rápidamente suben la pendiente opuesta al Gargas. Al volverse, perciben todo el pastizal: sus vacas están allá, rumiando plácidamente. Los dos pastores se tranquilizan. Melania comienza a descender. A media pendiente, se queda inmóvil y asustada, deja caer su garrote: "¡Mémin, ven a ver, allá, una claridad!".

Cerca de la pequeña fuente, sobre uno de los bancos de piedra... un globo de fuego: "Es como si el sol se hubiera caído allí". Pero el sol continúa brillando en un cielo sin nubes. Maximino acude gritando: "¿Dónde está? ¿Dónde está?" Melania señala con el dedo hacia el fondo del barranco donde ellos habían estado durmiendo. Maximino se acerca a ella, paralizada de miedo, y le dice: "¡Vamos, coge tu garrote! Yo tengo el mío y le daré un buen golpe si nos hace algo". La claridad se mueve, gira sobre sí misma. Les faltan palabras a los dos niños para indicar la impresión de vida que irradia este globo de fuego. En él una mujer aparece, sentada, la cara oculta entre sus manos, los codos apoyados sobre las rodillas, en una actitud de profunda tristeza.

La Bella Señora se levanta. Ellos no han dicho una sola palabra. Ella les habla en francés: "¡Acercaos, hijos míos, no tengáis miedo, estoy aquí para contaros una gran noticia!" Entonces, descienden hacia ella. La miran, ella no cesa de llorar: "Parecía una madre a quien sus hijos habían pegado y se había refugiado en la montaña para llorar". la Bella Señora es de gran estatura y toda de luz. Está vestida como las mujeres de la región: vestido largo, un gran delantal a la cintura, pañuelo cruzado y anudado en la espalda, gorra de campesina. Rosas coronan su cabeza, bordean su pañuelo y adornan sus zapatos. En su frente una luz brilla como una diadema. Sobre sus hombros pesa una gran cadena. Una cadena más fina sostiene sobre su pecho un crucifijo deslumbrante, con un martillo a un lado y al otro unas tenazas.

"Ha llorado durante todo el tiempo que nos ha hablado". Juntos, o separados, los dos niños repiten las mismas palabras con ligeras variantes que no afectan al sentido. Y esto, cualesquiera que sean sus interlocutores: peregrinos o simples curiosos, personalidades civiles o eclesiásticas, investigadores o periodistas. Que sean favorables, lleven buenas intenciones o no, he aquí lo que ellos nos han trasmitido:

" Acercaos, hijos míos, no tengáis miedo, estoy aquí para contaros una gran noticia".

"La escuchamos, no pensamos en nada".

"Si mi pueblo no quiere someterse, me veo obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y tan pesado que no puedo sostenerlo más". ¡Hace tanto tiempo que sufro por vosotros! Si quiero que mi Hijo no os abandone, estoy encargada de rogarte sin cesar por vosotros, y vosotros no hacéis caso. Por más que recéis, por más que hagáis, jamás podréis recompensar el dolor que he asumido por vosotros. Os he dado seis días para trabajar; me he reservado el séptimo, ¡y no se quiere conceder! Esto es lo que hace tan pesado el brazo de mi Hijo. Y también los que conducen los carros no saben jurar sin poner en medio el nombre de mi Hijo. Son las dos cosas que hacen tan pesado el brazo de mi Hijo. Si la cosecha se pierde, sólo es por vuestra culpa. Os lo hice ver el año pasado con las patatas, !y no hicisteis caso! Al contrario, cuando las encontrabais estropeadas, jurabais, metiendo en medio el nombre de mi Hijo. Van a seguir pudriéndose, y este año, por Navidad, no habrá más". La palabra "pommes de terre" (patatas) intriga a Melania. En el dialecto de la región se dice de otra forma ("là truffà"). La palabra "pommes" evoca para ella el fruto del manzano. Ella se vuelve a Maximino para pedirle una explicación. Pero la Señora se adelanta: "¿No comprendéis, hijos míos? Os lo voy a decir de otra manera". La Bella Señora repite en el dialecto de Corps desde "si la cosecha se pierde...", y ya prosigue todo su mensaje en este dialecto: "Si tenéis trigo, no debéis sembrarlo. Todo lo que sembréis, lo comerán los bichos, y lo que salga se quedará en polvo cuando se trille. Vendrá una gran hambre. Antes de que llegue el hambre, a los niños menores de siete años les dará un temblor y morirán en los brazos de las personas que los tengan. Los demás harán penitencia por el hambre. Las nueces saldrán vanas, las uvas se pudrirán".

De repente, aunque la Bella Señora continúa hablando, sólo Maximino la oye, Melania la ve mover los labios, pero no oye nada. Unos instantes más tarde sucede lo contrario: Melania puede escucharla, mientras que Maximino no oye nada, y se entretiene haciendo girar su sombrero en una punta de su cayado mientras que con el otro extremo lanzaba pequeñas piedras. "¡Ninguna tocó los pies de la Bella Señora!", dirá algunos días más tarde. "Ella me contó algo diciéndome: No dirás esto ni esto. Después no entendí nada, y durante este tiempo, yo me entretenía".

Así la Bella Señora habló en secreto a Maximino y luego a Melania. y de nuevo los dos juntos escuchan sus palabras: "Si se convierten, las piedras y las rocas se cambiarán en montones de trigo y las patatas se encontrarán sembradas por las tierras. ¿Hacéis bien vuestra oración, hijos míos?"

"No muy bien, Señora", responden los dos niños.

¡Ah! hijos míos, hay que hacerla bien, por la noche y por la mañana. Cuando no podáis más, rezad al menos un padrenuestro y un avemaría, pero cuando podáis, rezad más. Durante el verano no van a misa más que unas ancianas. Los demás trabajan el domingo, todo el verano. En invierno, cuando no saben qué hacer; no van a misa más que para burlarse de la religión. En Cuaresma van a la carnicería como perros. ¿No habéis visto trigo estropeado, hijos míos?".

"No, Señora", responden.

Entonces ella se dirige a Maximino: "Pero tú, mi pequeño, tienes que haberlo visto una vez, en Coin, con tu padre. El dueño del campo dijo a tu padre que fuera a ver su trigo estropeado. Y fuisteis allá, tomasteis dos o tres espigas de trigo en vuestras manos las frotasteis, y todo se quedó en polvo. Después, al regresar; como a media hora de Corps, tu padre te dio un pedazo de pan, diciéndote: "¡Toma, hijo mío, come todavía pan este año que no sé quién lo comerá al año que viene si el trigo sigue así!"

Maximino responde: "Ah sí, es verdad, Señora, ahora me acuerdo, lo había olvidado".

Y la Bella Señora concluye, no en el dialecto, sino en francés: "Bien, hijos míos, hacedlo saber a todo mi pueblo".

El 19 de septiembre de 1851, Mons. Filiberto de Bruillard, Obispo de Grenoble, publica finalmente su "carta pastoral". He aquí el párrafo esencial:

"Juzgamos que la aparición de la Santísima Virgen a dos pastores, el 19 de septiembre de 1846, en una montaña de la cadena de los Alpes, situada en la parroquia de La Salette, del decanato de Corps, contiene en sí todas las características de la verdad, y que los fieles tienen fundamento para creerla indudable y cierta".

La resonancia de esta carta pastoral es considerable. Numerosos obispos la hacen leer en las parroquias de sus diócesis. La prensa se hace eco en favor o en contra. Es traducida a numerosas lenguas y aparece notoriamente en el Osservatore Romano de 4 de junio de 1852. Cartas de felicitación afluyen al Obispo de Grenoble.

La experiencia y el sentido pastoral de Filiberto de Bruillard no se detienen aquí. El 1 de mayo de 1852, publica una nueva carta pastoral anunciando la construcción de un santuario sobre la montaña de La Salette y la creación de un cuerpo de misioneros diocesanos que él denomina "los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette". Y añade: "La Santa Virgen se apareció en La Salette para el universo entero, ¿quién puede dudarlo?" El futuro iba a confirmar y sobrepasar estas expectativas, el relevo estaba asegurado, se puede decir que Maximino y Melania han cumplido su misión.


El 19 de septiembre de 1855, Mons. Ginoulhiac, nuevo Obispo de Grenoble, resumía así la situación: "La misión de los pastores ha terminado, comienza la de la Iglesia".

viernes, 18 de septiembre de 2009

Para leer y pensar - La Catequesis de Iniciación


 

Recientemente en el blog "La Buhardilla de Jerónimo" se publicó el texto que sigue bajo el título "La previsión paulina del tiempo de las fábulas". De la lectura del mismo pueden surgir cuestionamientos que nos pongan en guardia acerca de qué manera se instrumenta la catequesis en nuestras parroquias. Conviene tomarse unos minutos para leerlo y luego sacar las propias conclusiones.


No hay que ser un gran iluminado para darse cuenta de que una construcción sin cimientos es candidata al derrumbe. Las bases firmes no garantizan que el edificio tendrá belleza o funcionalidad, pero esas cualidades no servirán de mucho si falta un buen fundamento.
Seguramente no es así en todas partes, ni en todas las comunidades, pero es innegable que una de las causas del alejamiento y la deserción de la Iglesia por parte de tantos cristianos para unirse a sectas o adherirse a filosofías extrañas, es la falta de bases doctrinales sólidas. Años y años apuntando a la belleza y a la funcionalidad en las catequesis, pero relegando lo más básico: el catecismo.

Muchas horas de encuentros catequísticos destinadas a transmitir unos pocos conceptos que, si bien son verdaderos, no pueden sustentarse sin otros que son fundamentales. Por poner algún que otro ejemplo: Que Jesús es nuestro amigo, es una verdad que debe decirse. Pero hay que enseñar primero quién es Jesucristo. Que la Misa es una fiesta, también puede ser un concepto válido, el cual no puede ser comprendido correctamente sin la noción fundamental de la Misa como Sacrificio de Cristo. Etcétera.


La catequesis es la educación de la fe de los niños, los jóvenes y los adultos. Comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada de modo orgánico y sistemático, con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana (CT 18). La catequesis no es tanto una cuestión de método, sino de contenido, como indica su propio nombre: se trata de una comprensión orgánica (kat-echein) del conjunto de la revelación cristiana, capaz de poner a disposición de la inteligencia y el corazón la Palabra de Aquel que dio su vida por nosotros (Benedicto XVI a los Obispos de Francia 14/09/2008).
Pretender que un cristiano se mantenga siempre firme en su fe sin haberlo formado en sus fundamentos es temerario. Pero es lo que sucede con frecuencia. Basta con interrogar a los niños o jóvenes que ya han recibido la catequesis de iniciación sobre algunos aspectos centrales de la doctrina y la vida de Jesucristo, o pedirles que reciten las oraciones más sencillas, para darnos una idea de la realidad de nuestra catequesis.

Libros para catequesis repletos de imágenes, juegos, dinámicas y técnicas grupales, experiencias, celebraciones y un sinfín de propuestas creativas, con un contenido doctrinal lastimosamente exiguo.

Para peor, entre muchos de los catequistas se ha extendido la idea, tomada tal vez de la ciencia pedagógica, de que para enseñar algo a los niños se debe partir de las experiencias de vida de los mismos. Y como éste, hay muchos otros métodos, técnicas y recursos didácticos propuestos en los libros que utilizan los catequistas para guiarse. Quizás todas esas herramientas pedagógicas funcionen de maravilla en manos de expertos en educación que saben cómo utilizarlas para alcanzar el objetivo deseado. Pero nuestros catequistas no suelen tener esas habilidades. En consecuencia, los contenidos a transmitir se pierden en medio de los intentos para cumplimentar los pasos metodológicos que han de darse para lograr un “verdadero encuentro catequístico”.
Ese giro que años atrás quiso efectuarse hacia una catequesis más “vivencial” no siempre ha logrado lo que se pretendía. Porque lo vivencial acabó siendo, con frecuencia, mera expresión de lindos sentimientos, y no pocas veces, sentimentalismo pasajero. Pero lo que más hay que lamentar es la importante reducción de la transmisión de doctrina que se produjo.


Si en esa sintonía de lo “vivencial” guiáramos a los niños a la percepción de lo sagrado, al contacto con el Misterio, ya sería algo. Si les infundiéramos de algún modo la intuición de que en el Sagrario hay una Presencia majestuosa e inefable. Si les ayudáramos a adquirir una especial reverencia hacia las Sagradas Escrituras y lográramos despertar en ellos un interés por su lectura. Si los llevásemos a sentir hambre espiritual. Si los asombrásemos con nuestra actitud de estar en Misa como quienes contemplan un hecho milagroso, estremecedor. Si hiciéramos esto, estaríamos colocando a los niños a las puertas de la catequesis. Aunque no sería aún catequesis.
La constante preocupación de todo catequista debe ser la de comunicar la doctrina y la vida de Jesús (CT 6). Por lo tanto, es inútil querer abandonar el estudio serio y sistemático del mensaje de Cristo, en nombre de una atención metodológica a la experiencia vital. Porque nadie puede llegar a la verdad íntegra solamente desde una simple experiencia privada, es decir, sin una conveniente exposición del mensaje de Cristo (CT 22).


Por otra parte, la Iglesia nos dice que es un derecho de todo bautizado el recibir una enseñanza y una formación que le permitan iniciar una vida verdaderamente cristiana (CT 14). Si la enseñanza y la formación son un derecho que ha de garantizarse, el primer paso para poder hacerlo es la preparación de los catequistas. Que los encuentros catequísticos se desarrollen con una pobre transmisión de doctrina, responde, también, a la insuficiente formación de los catequistas. La Guía para los Catequistas dice que cualquier actividad apostólica que no cuente con personas bien formadas, está destinada al fracaso (GC 19). Si bien la preparación de los catequistas ha de abarcar muchos aspectos, el doctrinal ocupa un lugar central. Han de conocer a fondo el contenido esencial de la doctrina cristiana y comunicarlo luego de modo claro y vital, sin lagunas o desviaciones (GC 23).
Es cierto que en los tiempos que corren no se puede pretender como condición una formación tan elevada en los catequistas que termine haciendo inviable el desarrollo normal de las catequesis parroquiales. Pero también es cierto que hay que hacer algo al respecto, y pronto. ¿Qué sea eso? Es obvio que corresponde a los obispos y a los párrocos determinarlo.

Sin embargo, creo que no es descabellado, en primer lugar, exigir, como un mínimo para ser catequista, el conocimiento cabal del compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, una vida espiritual cuidada y el compromiso de una formación permanente. Y en segundo lugar, devolver su valor a la enseñanza doctrinal, poniendo toda la cuestión metodológica en el lugar que le corresponde.


El Papa, en el discurso citado, insiste en que una esmerada preparación de los catequistas permitirá la transmisión íntegra de la fe, a ejemplo de san Pablo, el más grande catequista de todos los tiempos. San Pablo, en medio de sus preocupaciones apostólicas, y en previsión a lo que vendría, exhortaba a proclamar la Palabra, a insistir a tiempo y destiempo, con toda paciencia y deseo de instruir. Porque “vendrá un tiempo en que la gente no soportará la doctrina sana, sino que, para halagarse el oído, se rodearán de maestros a la medida de sus deseos; y, apartado el oído de la verdad, se volverán a las fábulas” (2 Tm 4, 3-4).
Fuente: La Buhardilla de Jerónimo





domingo, 13 de septiembre de 2009

Un breve repaso

EUCARISTIA - Elementos usados en la eucaristía
Sinopsis: Los ornamentos religiosos que se emplean en la misa y los demás objetos tienen diferentes significados que, anclados en bases bíblicas, nos acercan a la Pascua judía en la cual Nuestro Señor ofreció su vida por nuestra redención.
La eucaristía es la actualización del sacrificio de Cristo. En la Pascua judía se conmemora la salida de Egipto (leer Exodo 12), en la pascua cristiana se rememora la salvación por la muerte de Jesús en la cruz. (la palabra "Pascua" viene de un término hebreo que significa "paso").
Como muchos católicos desconocen los nombres de los elementos de la misa paso a describirlos brevemente.
El libro que usa en padre para leer se llama "misal", el cual reposa sobre un "atril" en el altar. El misal recuerda el libro judío que contiene el Seder o ritual de la pascua, libro denominado Hagadá.
Lo mismo que en la cena judía de Pascua, en el altar católico durante la misa se colocan dos cirios. (Puede haber más).

La bata blanca del padre se llama "alba" y significa la pureza. El padre se ajusta el alba con un cordón denominado "cíngulo", el cual representa el dominio de sí. La especie de bufanda que se pone el sacerdote es la "estola", que representa el poder sacerdotal y que tiene origen en el manto de oración de los judíos; debe utilizarse cuando se administran sacramentos. El manto que utiliza el celebrante sobre el alba es la casulla.
Los colores de la casulla y de la estola varían según la época del año (o sea, según el tiempo litúrgico) o la fiesta que se celebre:
  • Blanco: representa alegría, se utiliza en la Fiesta del Señor, María, santos y los ángeles.
  • Rojo: Color del fuego y la sangre, usado en pentecostés y fiestas de mártires.
  • Verde: recuerda la esperanza, se usa en los domingos luego de pentecostés.
  • Morado: el color de la penitencia, utilizado en adviento, cuaresma y en las misas de difuntos.
  • Negro: Color del dolor, del viernes santo.
El alba es vestida por todos los sacerdotes -incluso el papa- durante una misa.

Los colores rojo y púrpura son de origen bíblico:  "Dios ordenó que el hilo y la lana escarlata serían usados en las ceremonias litúrgicas (Lev 14:4; 6, 49-52; Num 19:6), y que Dios ordenó que las vestiduras de los sacerdotes fueran hechas con hilo púrpura y escarlata (Ex 28: 4-8, 15, 33, 39;39;1-8,24,29)." 
La especie de pañuelo que se coloca sobre el cáliz es el "purificador".
El plato plano que se coloca sobre el cáliz es la patena.
El incienso que se quema es la continuación del uso judío de ese elemento, ordenado por Yavé desde los tiempos del Arca de la Alianza:
"Harás también un altar para quemar el incienso." (Ex 30, 1)
Y dice el libro primero de las Crónicas:
"Aarón fue separado juntamente con sus hijos para consagrar por siempre las cosas muy sagradas, para quemar incienso ante Yavé, para servirlo y para bendecir en su nombre por siempre." (1 Cr 23, 13)
La hostia, una vez consagrada por el sacerdote, es el cuerpo de Cristo; el vino, será la sangre de Cristo. Y no en forma figurada.
En la cena judía de Pascua se comía cordero, el cual cumplía la función de tomar sobre sí los pecados de los comensales. En la Pascua católica, se come con la hostia el cuerpo y sangre de Jesucristo (por eso el pan y el vino), el Cordero de Dios que toma sobre sí los pecados del mundo:
"Al día siguiente Juan vio a Jesús que venía a su encuentro, y exclamó: “Ahí viene el Cordero de Dios, el que carga con el pecado del mundo." (Jn 1, 29)
Es Jesús quien ordena comer su cuerpo y beber su sangre:
"Los judíos discutían entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer carne?” Jesús les dijo: “En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él." (Jn 6, 52-55)
El día en que Jesús instituye el sacerdocio con sus apóstoles, en la Ultima Cena, instituye la Eucaristía y dispone su celebración permanente:
"Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía.” Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: “Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes”. " (Lc 22, 19-20)
Se cumplió la profecía de Jeremías:
"Ya llega el día, dice Yavé, en que yo pactaré con el pueblo de Israel (y con el de Judá) una nueva alianza." (Jr 31, 31)
Por eso la misa también es la renovación de la Alianza.

viernes, 11 de septiembre de 2009

 El blog "Sacram Liturgiam" ha publicado una entrada con el título: "Susurros  Litúrgicos: Las oraciones secretas en la celebración de la Santa Misa".
Se trata de un tema que debe ser divulgado a fin de proporcionar un mayor conocimiento de la celebración, para una participación más consciente de parte de los fieles.  He aquí el texto completo:
 
El otro día, al hilo de un artículo en el que se mencionaba la liturgia tradicional, una lectora, Esperanza, preguntaba porqué en la forma extraordinaria del rito latino (lo que la gente suele llamar la “misa antigua en latín") una buena parte de las oraciones las recita el sacerdote en voz baja, de manera que los fieles no las oyen. Probablemente a muchos les sorprenda, pero esto no es algo exclusivo de la liturgia antigua. En la forma ordinaria de la Misa (la liturgia habitual, la de Pablo VI), también hay unas muchas oraciones que el sacerdote dice en voz baja. ¿Por qué existen estas oraciones en una y otra forma del rito romano? ¿No sería mejor que siempre pudiéramos escuchar todo lo que se dice? ¿No sería más litúrgico, ordenado y racional que todos hiciésemos lo mismo a la vez?

Para entender este aspecto de la liturgia, tan poco conocido, hay que tener en cuenta que, en la Iglesia, como en la vida trinitaria, la unidad no mata la diversidad, ni la oración comunitaria ahoga la oración personal. Es más, me atrevo a decir que, para que la oración comunitaria sea lo que debe ser, es necesario que cada uno de los que participan en ella esté rezando también en su interior. El culto cristiano no es como el del paganismo romano, en el que lo único importante era llevar a cabo una serie de ritos formales correctamente. Dios no quiere labios, quiere corazones. O, mejor dicho, quiere labios que expresen corazones.

 
Para favorecer la oración personal, existen estas oraciones en voz baja, que, litúrgicamente, se llaman oraciones “secretas”. Este nombre no hace referencia a un secreto que no se pueda divulgar, sino que, en latín, significa “separadas". Es decir, son oraciones individuales y no comunitarias. El hecho de rezar individualmente mientras se celebra la Eucaristía recuerda al presbítero o al diácono que no son funcionarios, sino ministros de Dios, que no están actuando en una especie de teatro delante de los fieles, sino participando in persona Christi en el mismo núcleo de nuestra salvación. En ese sentido, las oraciones secretas reflejan también la misión litúrgica particular de los presbíteros.
En virtud del sacerdocio sacramental, no participan en la Eucaristía como uno más, sino que actúan sacerdotalmente, intercediendo por todo el Pueblo de Dios, preparando las ofrendas, purificándose, acercándose al altar y ofreciendo el Sacrificio santo del Hijo de Dios. Otro aspecto esencial de las oraciones secretas consiste en evitar la tentación racionalista. El racionalismo moderno pretende, por su propia naturaleza, estructurarlo, explicarlo y analizarlo todo, pero la liturgia, para expresar adecuadamente el culto a Dios, tiene que manifestar de alguna forma el Misterio. No es casualidad que, después de la consagración, el sacerdote proclame: “Este es el sacramento (que, en griego, se dice mysterion) de nuestra fe”. Lo que celebramos en la Eucaristía es un Misterio, un misterio que nos supera y excede nuestra capacidad de comprender. Y podemos alegrarnos de que así sea, porque eso es lo que hace importante a la Eucaristía. No se trata de un mitin político, de una terapia de grupo ni de una clase universitaria en la que el sacerdote es el profesor y los fieles los alumnos.
En la Misa, se hace presente el Misterio inefable que supera todo conocimiento. Paradójicamente, una liturgia que intente explicarlo todo demasiado se convierte en opaca, porque oculta lo que debería manifestar. No refleja el Misterio que ocupa una posición central en el culto cristiano y que constituye el núcleo de nuestra fe. Se convierte en algo meramente humano. En el rito bizantino, a la Misa se la llama la Divina Liturgia, porque la liturgia eucarística es más divina que humana. Y, ante la presencia divina del Rey de Reyes y del Señor de los Señores, es lógico que uno hable en voz baja, sobrecogido ante lo que está sucediendo. El grado en que se manifiesta la dimensión misteriosa de lo que se celebra, depende del rito. Dentro del rito romano, la majestad y el misterio de Dios se subrayan más en la forma extraordinaria, en la que todo el Canon se dice en voz baja y en el las oraciones secretas son más numerosas, aunque, como hemos dicho, estás también están muy presentes en la forma ordinaria.
En los ritos orientales, la división se marca mucho más profundamente que en Occidente, ya que el sacerdote se retira al otro lado del iconostasio durante una buena parte de la Eucaristía. E incluso antiguamente, en la liturgia romana, cuando había un baldaquino, era costumbre correr las cortinas durante el Canon, para simbolizar así a Moisés, que entraba en la tienda del encuentro para hablar cara a cara con Dios. Por otra parte, las oraciones concretas que reza el sacerdote le ayudan a recordar su lugar. Como representante de Cristo, tiene un lugar principal en la liturgia y es honrado a menudo en ella: vestiduras preciosas, proclamación del Evangelio, explicación de las lecturas, un asiento central, una colocación aparte de los fieles, etc.
Pues bien, a menudo las oraciones secretas que debe pronunciar el sacerdote le hacen presente su pequeñez, su condición de pecador o su necesidad de la gracia de Dios. Pide, en voz baja, al Señor que le purifique y que borre sus pecados, pone ante él su corazón contrito y humillado, ruega que le conceda la vida eterna y admite que, por sí sólo, se separaría de Dios. Es decir, sirven para combatir eficazmente cualquier tentación de endiosamiento que pueda hacer que el sacerdote se apropie de la gloria que, en realidad, se tributa a Dios, confundiendo al Representado con el representante. A mi juicio, existe un último aspecto importante que se plasma en las oraciones secretas de la Misa: el susurro es signo de intimidad. Cuando el sacerdote se presenta ante su Señor, susurra oraciones, de la misma forma que los enamorados se susurran cosas al oído. Susurrando se muestra la increíble cercanía con Dios que Cristo mismo nos ha regalado. Las proclamaciones en alta voz tienen su lugar en la liturgia, pero tampoco puede faltar ese susurrar, que es signo de que la puerta del Corazón de Dios siempre está abierta para nosotros. El mismo Señor nos ha llamado amigos, nos ha introducido en su morada y nos habla al oído de lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede contar. A solas con cada uno. Como dice el Cantar de los Cantares, secretum meum mihi. Mi secreto para mí. 
Las oraciones en voz baja del sacerdote durante la Misa son oraciones preciosas y conviene que los fieles las conozcamos y nos animemos a rezar también individualmente durante la Misa. Incluyo en este otro post las oraciones secretas propias de la forma ordinaria e invito a los lectores a que se fijen en ellas el próximo domingo. Así verán cómo el sacerdote recita en voz baja estas plegarias. Puesto que, a menudo, van acompañadas de gestos o movimientos del sacerdote, son fáciles de detectar.
(Fuente: Sacram Liturgiam)

¿JESÚS MURIÓ POR TODOS O POR MUCHOS?


El primer domingo de Cuaresma del próximo año, entrará en vigor en nuestro país el uso obligatorio del Misal Romano correspondiente a la “Tertia Editio” (Tercera Edición). El nuevo misal presenta una distribución cuidada de sus elementos y una encuadernación prolija.
En su contenido se han introducido algunos pocos cambios, entre los cuales los más notables son el reemplazo del vosotros por el ustedes, y la estricta observancia, en cuanto a la traducción, del texto latino en las palabras de la consagración del vino que se convertirá en la sangre del Señor. Lo que sigue son las palabras de Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas – México, refiriéndose al tema:

  Ver
“El primer domingo de Cuaresma del próximo año, en nuestro país entrará en vigor la decisión de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, avalada por el Papa Benedicto XVI, de hacer un cambio en las palabras de la consagración, en la Misa.
Ante todo, en vez de seguir diciendo la fórmula consecratoria usando el “vosotros”, que es propio de España, ahora se usará el “ustedes”, que es la forma de hablar entre los latinoamericanos. Este es un paso más en orden a la inculturación de la liturgia.
El cambio más importante es en la consagración del vino. Hasta ahora decíamos: “Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”. En adelante, diremos: “… que será derramada por ustedes y por muchos, para el perdón de los pecados”. ¿A qué se debe el cambio? ¿Acaso Jesús no murió por todos?
Juzgar
 
La primera versión que conservamos escrita de las palabras dichas por Jesús, el Jueves Santo, al instituir la Eucaristía, es la del evangelista Marcos, quien escribe: “Y mientras estaban comiendo, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio y dijo: ‘Tomen, esto es mi Cuerpo’. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: ‘Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos’ ” (Mc 14,22-24). En forma semejante lo transmite San Mateo: “… ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados” (Mt 26,26-28).
   
 San Lucas refiere: “…Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes… Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por ustedes” (Lc 22,19-20). De igual modo, San Pablo: “…Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes… Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces beban de ella, háganlo en memoria mía” (1 Cor 11,23-25).
Marcos y Mateo dicen: “por muchos”. Lucas dice: “por ustedes”. Pablo usa el “por ustedes” sólo en referencia al pan, y no al vino.
Sin embargo, la Sagrada Escritura es muy clara al decir que Jesús se ofreció en sacrificio por todos los seres humanos. Por ejemplo: “El es víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los del mundo entero” (1 Jn 2,2). “Cristo Jesús se entregó a sí mismo como rescate por todos” (1 Tim 2,6). “Dios no perdonó a su Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros” (Rom 8,32). “Si uno murió por todos, entonces todos murieron” (2 Cor 5,14). “Jesús habría de morir…para reunir en uno a los hijos que estaban dispersos” (Jn 11,52). “Se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres” (Tit 2,11). “El Pan que yo les voy a dar es mi carne por la vida del mundo” (Jn 6,51).
La liturgia sacramental de la Iglesia, sin negar la universalidad de la salvación, desde los primeros siglos, inspirada en los textos evangélicos de la narración de la Eucaristía, puso la expresión “por muchos”, no para excluir a la totalidad de los seres humanos, sino para indicar que la redención es para quienes aceptan a Jesús como su Salvador. El ofreció su vida por todos, pero no por ello todos se van a salvar automáticamente. Sólo quienes lo aceptamos por la fe, que somos muchos, pero no todos.
Esto concuerda con otros textos bíblicos: “Mi siervo justificará a muchos… Cargó los pecados de muchos e intercedió por los rebeldes” (Is 53,11-12). “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20,28; Mc 10,45).
Actuar
 
Nuestra anterior traducción por todos los hombres, era usada también en la versión alemana, inglesa, italiana, española, portuguesa y otras. En cambio, las versiones polaca, rusa, ucraniana, vietnamita y otras, tradujeron por muchos. La francesa y la hebrea moderna usaron algo semejante: por los muchos. Al uniformarnos ahora, volviendo al texto original latino de la liturgia (pro vobis et pro multis), diremos que la Sangre de Cristo, presente bajo la especie del vino, será derramada por ustedes y por muchos. Esforcémonos por ser de estos muchos, para que la redención nos dé vida, y vida en plenitud.”
    + Felipe Arizmendi Esquivel
    Obispo de San Cristóbal de Las Casas.

martes, 8 de septiembre de 2009

POSIBLE DECLARACIÓN OFICIAL

¿Qué hay de nuevo en el runrun de la "reforma de la reforma"? El título de la presente entrada corresponde a la nota inserta con fecha 8 del corriente en el blog "La Buhardilla de Jerónimo" y nos da a conocer la última novedad sobre el tema. Dada su actualidad la publico en este sitio. 

La Congregación para el Culto Divino se negó a hacer más comentarios acerca de los informes que afirmaban que el Vaticano está considerando una “reforma de la reforma” de la liturgia, pero se espera pronto una declaración formal sobre el asunto.


Un oficial dijo al Register esta mañana que “todo está bajo estudio y está progresando”, pero agregó que no podía decir más hasta que el Cardenal Antonio Cañizares Llovera, prefecto de la Congregación, o la Oficina de Prensa de la Santa Sede, publiquen una declaración oficial.

A finales de agosto, el veterano observador vaticano Andrea Tornielli informó que los cardenales y obispos de la Congregación para el Culto Divino habían votado casi unánimemente, en su reunión plenaria de marzo, “a favor” de 30 propuestas destinadas a aumentar la reverencia en la liturgia.

Tornielli dijo que los obispos también reafirmaron la importancia de la recepción de la Comunión en la lengua en lugar de en la mano, y que el Cardenal Cañizares estaba estudiando la posibilidad de “recuperar” la práctica de celebrar la Misa con el sacerdote mirando a oriente. Sin embargo, existen informes contradictorios acerca de si estas dos últimas propuestas estaban o no incluidas en las proposiciones que Tornielli dijo que fueron entregadas al Papa Benedicto XVI el 4 de abril.

El subdirector de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Padre Pasionista Ciro Benedettini, desestimó el informe de Tornielli diciendo que no había “proposiciones institucionales acerca de una modificación de los libros litúrgicos actualmente en uso”. Sin embargo, Tornielli sostuvo su historia, diciendo que no había mencionado “proposiciones institucionales”, sino que había informado que “había comenzado un período de estudio” acerca de lo que probablemente se transformará en una reforma a largo plazo después de muchas consultas.

La falta de claridad en esta historia se debe en parte a la ausencia de los oficiales principales, especialmente el Cardenal Cañizares que ha estado de vacaciones y regresa a Roma a fines de este mes. También el nuevo secretario de la Congregación para el Culto Divino, el arzobispo norteamericano Augustine Di Noia ha sido nombrado recientemente, y no está preparado para comentar ahora en nombre del cardenal.

“Estamos esperando que el cardenal regrese a fines de mes”, dijo hoy al Register el oficial de la Congregación para el Culto Divino. “Entonces habrá una declaración de lo oficina de prensa o del cardenal mismo”.

(Fuente: "La Buhardilla de Jerónimo"