miércoles, 29 de octubre de 2008

DEVOCION EUCARISTICA

Oraciones breves de Acción de Gracias y para después de la Comunión

ACTO DE FE ¡Señor mío Jesucristo!, creo que verdaderamente estás dentro de mí con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, y lo creo más firmemente que si lo viese con mis propios ojos.

ACTO DE ADORACIÓN ¡Oh Jesús mío!, te adoro presente dentro de mí, y me uno a María Santísima, a los Angeles y a los Santos para adorarte como mereces.

ACTO DE ACCIÓN DE GRACIAS Te doy gracias, Jesús mío, de todo corazón, porque has venido a mi alma. Virgen Santísima, Angel de mi guarda, Angeles y Santos del Cielo, dad por mi gracias a Dios.

ALMA DE CRISTO [1] Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén

A JESÚS CRUCIFICADO Mírame, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado en tu presencia: te ruego, con el mayor fervor, imprimas en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza, caridad, verdadero dolor de mis pecados y firmísimo propósito de jamás ofenderte; mientras que yo, con el mayor afecto y compasión de que soy capaz, voy considerando y contemplando tus cinco llagas, teniendo presente lo que de Ti, oh buen Jesús, dijo el profeta David: "Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos." (Salmo 21, 17-18)

A JESUCRISTO Dulcísimo Señor Jesucristo, te ruego que tu Pasión sea virtud que me fortalezca, proteja y defienda; que tus llagas sean comida y bebida que me alimente, calme mi sed y me conforte; que la aspersión de tu sangre lave todos mis delitos; que tu muerte me dé la vida eterna y tu cruz sea mi gloria sempiterna. Que en esto encuentre el alimento, la alegría, la salud y la dulzura de mi corazón. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

A LA SANTÍSIMA VIRGEN Oh María, Virgen y Madre Santísima, he recibido a tu Hijo amadísimo, que concebiste en tus inmaculadas entrañas, criándolo y alimentándolo con tu pecho, y lo abrazaste amorosamente en tus brazos. Al mismo que te alegraba contemplar y te llenaba de gozo, con amor y humildad te lo presento y te lo ofrezco, para que lo abraces, lo ames con tu corazón y lo ofrezcas a la Santísima Trinidad en culto supremo de adoración, por tu honor y por tu gloria, y por mis necesidades y por las de todo el mundo. Te ruego, piadosísima Madre, que me alcances el perdón de mis pecados y gracia abundante para servirte, desde ahora, con mayor fidelidad; y por último, la gracia de la perseverancia final, para que pueda alabarle contigo por los siglos de los siglos. Amén.

A SAN JOSÉ Custodio y padre de vírgenes, San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia, Cristo Jesús, y la Virgen de las vírgenes, María. Por estas dos querídísimas prendas, Jesús y María, te ruego y te suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

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domingo, 5 de octubre de 2008

EL MINISTERIO DEL LECTOR

Proclamar la Palabra
por Celia Escudero
Lic. en Teología, docente y liturgista.

La persona encargada de alguna de las lecturas en una celebración eucarística debe tomar conciencia de lo importante que es su tarea, lo suyo es un ministerio, un servicio a la comunidad. Esto nos debe ayudar a pensar que a través de nuestra manera de leer, todos los presentes deben recibir el mensaje de Dios.

En realidad en la liturgia no se lee la Palabra de Dios, se la proclama. Proclamar significa publicar en alta voz una cosa para que se haga notoria a todos según el diccionario. Esto nos dice de qué manera debemos proceder en la Liturgia de la Palabra. No estamos leyendo cualquier texto, leemos el mensaje de Dios Nuestro Padre y Señor para todos sus hijos reunidos en asamblea, reunidos como familia de Dios. Dios habla a su Pueblo, le descubre el misterio de la Redención y Salvación le ofrece el alimento espiritual; y al mismo Cristo.Por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles, esto es lo que nos enseña la Iglesia en sus directivas sobre la Celebración de la Misa.

Leer de manera adecuada es un acto de amor al prójimo, de comunicación de algo muy importante para nosotros, que queremos compartir con los presentes, acto por el cual damos lo mejor de nosotros. Debemos considerar con mucha humildad, que somos los voceros de Dios.

Todos sabemos leer, pero eso no es suficiente. Si en nuestra vida cotidiana compartimos una noticia del diario con otra persona leemos de una manera, pero si en nuestra casa leemos un cuento a un chico, hijo o nieto, nuestra lectura no será igual.

La lectura expresiva no significa algo teatral, sino valorar lo que el texto dice y acompañar su significado con la voz. No es lo mismo leer un texto en que se habla del amor o la misericordia del Dios, que el enunciado de los mandamientos que Moisés entrega al pueblo.

El que lee debe tener verdadero aprecio por la Palabra y un mínimo conocimiento de la misma.

Normalmente a la gente le da miedo ofrecerse para ser lector en la celebración, otros en cambio se largan no más, son dos extremos que hay que evitar. Por el bautismo todos somos celebrantes en la liturgia, podemos hacerlo y debemos hacerlo, pero preparándonos.

Por eso los equipos de liturgia deben preparar seriamente la Liturgia de la Palabra, para que no sea algo improvisado. Los lectores deben conocer de antemano el texto para que no tropiecen con los nombres raros que a veces aparecen; para que puedan interiorizarse del mensaje y dar el tono adecuado a su lectura. Esto un proceso que hay que intentar llevar adelante con paciencia y humildad, consultando y aprendiendo de otras personas. De esta manera nuestras celebraciones dominicales serán verdaderamente, actos de amor y alabanza a Dios.

sábado, 4 de octubre de 2008

Un tema de actualidad

Eucaristía - Es preciosa la homilía de Benedicto XVI en la apertura del Sínodo sobre la Eucaristía, con su diagnóstico certero sobre el mundo moderno: “queremos poseer el mundo de manera ilimitada, Dios nos estorba y hacemos de Él una simple frase devota, o lo desterramos de la vida pública… Pero donde el hombre se convierte en el único dueño del mundo y en propietario de sí mismo, no puede haber justicia”. Varios medios han tildado esta afirmación, tan evangélica y tan realista, de apocalíptica, cuando se trata de una lectura inteligente de la historia del mundo, y especialmente del siglo que acabamos de dejar atrás. Es una advertencia especialmente adecuada para esta hora que nos toca vivir, aunque provoque sarpullido a los bienpensantes de turno. 2005-10-10 (tomado de conocereisdeverdad.org)

INTENCION ES DEL SANTO PADRE PARA EL MES DE OCTUBRE

Intención General: Para que el Sínodo de los Obispos ayude a los pastores, a los teólogos, a los catequistas y a los animadores empeñados al servicio de la Palabra de Dios, a transmitir con valentía las verdades de la fe, en comunión con toda la Iglesia. Intención Misional: Para que en este mes dedicado a las misiones, a través de la animación de las Obras Misionales Pontificias y de otros organismos, todas las comunidades cristianas sientan la necesidad de participar en la misión universal de la Iglesia con la oración, el sacrificio y la ayuda concreta.