domingo, 31 de agosto de 2008

ORACIONES PARA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, que recibamos con alma limpia, lo que hemos tomado con la boca

y que este don temporal, sea para nosotros un remedio eterno.

Tu Cuerpo, Señor, que hemos recibido, forme en nosotros una sola alma y un solo corazón, y nos dé fuerzas para entregarte

a los demás en nuestras palabras y nuestros ejemplos.

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

Oh, buen Jesús, óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me separe de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme.

En la hora de mi muerte, llámame

y mándame ir a Ti,

para que con tus santos te alabe

por los siglos de los siglos. Amén.

viernes, 29 de agosto de 2008

La Santa Misa celebrada en la forma de Rito Extraordinario

El día 07 de agosto de 2007, el Papa Benedicto XVI, dio a conocer su Carta Apostólica “Summorum Pontificum”, por la cual autoriza para la Iglesia Latina el uso de la liturgia romana según el Misal del Beato Juan XXIII, anterior a la reforma del Concilio Vaticano II, en la celebración de la Santa Misa.

En dicho documento, el Santo Padre después de efectuar una acertada consideración acerca de la preocupación constante de la Iglesia latina a fin de que ofreciese a la Divina Majestad un culto digno de “alabanza y gloria de Su nombre” y “del bien de su Santa Iglesia”, y de expresar detalladamente la historia de los libros litúrgicos, añade: “Por eso es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el Beato Juan XXIII en 1962, que no se ha abrogado nunca, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia

En nuestra diócesis de San Justo, todos los domingos a las 17:00 horas, en la parroquia San Roque, situada en Larrea y Reconquista de Villa Insuperable, se celebra la Santa Misa en la forma de rito extraordinario, conforme a las disposiciones de la Carta Apostólica comentada.

jueves, 28 de agosto de 2008

La Misa

La Misa guarda una íntima relación con la última Cena, porque ésta fue la primera Misa celebrada por Cristo, las que siguen después son el cumplimiento de las palabras que entonces pronunció "Haced esto en memoria mía "

A la luz de la Revelación en la Escritura, y en el desarrollo de la Tradición, vemos y entendemos que el Señor tiene una intención clara en la última Cena, donde también queda instituido el sacramento del Orden (en virtud del requerimiento del mandato). Deja un mandamiento claro "haced esto en memoria mía", para que su presencia y su salvación lleguen a todos los hombres y en todas las épocas, para que podamos tener vida eterna, al comer su carne y beber su sangre.

El carácter de "memorial" que tiene la Misa, por definición, exige de los cristianos la actitud de introducirnos al misterio pascual tal y como es; no como recuerdo de algo que sucedió, sino asociándonos a una acción que sigue verificándose hoy. Por ello cuando celebramos la Santa Misa, nos trasladamos, nos hacemos presentes en la Cena del Señor y estamos con María al pié de la Cruz. Estamos alimentándonos del Cuerpo y Sangre del Señor, estamos siendo salvados en virtud de su sacrificio. Estaremos participando de la unidad en comunión con el Señor y por ello podemos unir nuestros sacrificios y sufrimientos a los de Cristo. Sólo "por El ,con El y en El" tienen un profundo sentido y acceden a la dimensión redentora.

Asimismo, la Misa tiene un valor de impetración, es decir, nos consigue de Dios tales gracias que sólo el desconocimiento de lo que se puede alcanzar con la Misa explica el poco empeño que tantos católicos ponemos en no asistir a ella. En cuanto alabanza y acción de gracias tiene un valor infinito, pues tiene a Dios como referencia y ahí no hay límite para la acción de Cristo.

Puesto que en todo pecado hay culpa que merece una pena, la Misa, en lo que tiene de sacrificio que satisface por el pecado, afecta en su aplicación a la culpa y a la pena, a saber, expiando la culpa y satisfaciendo por la pena, pero no absolutamente, sino en la medida que lo permite la capacidad de recepción que existe. Su efecto depende de la disposición que tenga el fiel.

Cuando participamos de la Eucaristía experimentamos la espiritualización deificante del Espíritu Santo, que no sólo nos conforta con Cristo, sino que nos cristifica por entero, asociándonos a la plenitud de Cristo.

Mientras que el Sacramento Eucarístico sólo aprovecha a quien lo recibe, pues un alimento (y la Eucaristía lo es para el alma) sólo aprovecha a quien lo toma, la Misa es un sacrificio, una víctima que se ofrece a Dios, y que puede ofrecerse por otros para beneficio de otros.

Por último, la Misa no es un acto puramente personal del sacerdote o de cada fiel, sino eminentemente comunitario, pues es la Iglesia quien lo ofrece, y la Iglesia es un Cuerpo en el que todos sus miembros son solidarios, el cristiano que se beneficia de la Santa Misa no se debe beneficiar sólo para él, sino también para otros.

domingo, 24 de agosto de 2008

EL CULTO A LA EUCARISTIA FUERA DE LA MISA

ADORACIÓN EUCARÍSTICA VISITA DIARIA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Por la señal.

1. ORACIÓN PREPARATORIA. Aquí estoy en tu divina presencia, Jesús mío, para visitarte.

He venido, Señor, porque me has llamado.

Tu presencia real en la Sagrada Eucaristía, es el eco de aquellas palabras que nos dirigís en el Evangelio: "Vengan a Mí todos los que estáis cargados y agobiados y Yo los aliviaré". Aquí vengo, pues, como enfermo al Médico, para que me sanes; como pecador al Santo, para que me santifiques; y como pobre y mendigo al rico, para que me llenes de tus divinos dones.

Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento del Altar, tan real y verdaderamente como estabas en Belén, como estabas en la cruz y como estas ahora en el Cielo.

Espero en Ti, que eres poderoso y bueno, para santificar mi alma y salvarme.

Te amo con todo mi corazón, porque eres la Bondad infinita, digno de ser amado de todas las criaturas del Cielo y de la tierra; y me has amado hasta derramar tu sangre y dar tu vida en la cruz por mi.

Vengo aquí a buscar un refugio contra la corrupción del mundo. En el mundo hay falsedad y mentira; vengo a Ti que eres la Verdad eterna. El mundo tiene abismos de maldad; vengo a Vos que eres el único camino de la felicidad. En el mundo hay sensualidad y pecado; vengo a Ti que eres Vida y Santidad de las almas.

¡Dame luz, Señor! ¡Que yo te vea presente en el Sagrario con los ojos de la fe; y que mi corazón beba hasta saciarse de la fuente del Amor divino que brota de tu Corazón Sacramentado!

2. LECTURA MEDITADA (Puede ser el evangelio del día).

3. COMUNIÓN ESPIRITUAL. Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo, que has muerto en la cruz por mi, y estas ahora real y verdaderamente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te pido perdón de todos mis pecados. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte. Ven a mi corazón. Te abrazo.

Jesús, José y María, les doy el corazón y el alma mía.

4. ESTACIÓN AL SANTÍSIMO. Está constituida por cinco Padrenuestros, Avemarías y Glorias, por las cinco llagas y uno por las intenciones del Santo Padre.

5. Aclamaciones Eucarísticas. Bendito sea Dios. Bendito sea su Santo Nombre. Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito. Bendita sea María Santísima, la excelsa Madre de Dios. Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción a los Cielos. Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo Esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

6. ORACIÓN FINAL. Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me has recibido y permitido gozar de tu presencia y compañía.

Me vuelvo a mis ocupaciones. Mi corazón queda aquí contigo. En mi trabajo y en mis descansos me acordaré de Ti, y procuraré vivir con la dignidad que merece tu amistad divina.

Dame tu bendición y concédeme todas las gracias, que necesito, para amarte y servirte con la mayor fidelidad.

Bendice, Señor, a nuestro Santísimo Padre el Papa Benedicto XVI, ilumínalo, santifícalo y líbralo de todos sus enemigos.

Bendice a Tu Iglesia Santa y has que su luz brille en todas las naciones; y que todos conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo.

Bendice a tus sacerdotes, santifícalos y multiplícalos.

Bendice y protege a nuestra nación.

Bendice a todos nuestros bienhechores y concédeles la bienaventuranza eterna.

Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de beneficios.

Bendice a todos nuestros familiares y has que vivan todos en tu gracia y amistad y que un día nos reunamos en la Gloria.

Da el descanso eterno a todas las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio.

Da la salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores. Danos a todos tu divino amor, para que la fe que nos impide ahora ver tu santísimo rostro se convierta un día en luz esplendorosa en la Gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te alabemos y bendigamos por los siglos de los siglos. Amén.

sábado, 23 de agosto de 2008

SIMBOLOGIA LITÚRGICA - Final

Esta es la cuarta y última parte del trabajo relativo a la simbología primitiva sobre la Eucaristía, tomado de conocereisdeverdad.org

III. Las Bodas de Caná

La costumbre iniciada en el siglo III de representar la multiplicación de los panes excluyendo los peces se piensa que fue indirectamente instrumental en traer un nuevo y bello símbolo de la Eucaristía en la pintura Cristiana de los primeros tiempos. Previamente solo dos frescos contenían alguna alusión al vino eucarístico, el cáliz del "Fractio Panis" y la substancia roja en los cestos de la cripta de Lucinia. Pero la representación del símbolo de la multiplicación omitiendo los peces (dejando solo el pan, una de las dos especias necesarias para la Eucaristía) probablemente sugiere la idea de un símbolo especial para el vino eucarístico. No había símbolo más deseable para este propósito que el milagro de Caná (Jn 2, 1-11), que fue finalmente adoptado. Como Cristo en la fiesta de bodas cambio el agua en vino, en otra ocasión Él cambió el vino en su propia sangre. Muy acorde con esta relación de símbolos eucarísticos de los primeros tiempos de la era Cristiana son reproducidos en una nueva y chocante manera. Esta imagen ocupa un reborde en el receso de la pared en una pequeña basílica funeraria y consecuentemente está ubicada sobre el lugar que ocupó el altar. Dentro del santuario, el estrado de piedra para los clérigos todavía existe. Se ilustran tres escenas separadas por árboles. El objeto central es la milagrosa multiplicación. Cristo, identificado por las nubes, está sentado en un trono y en el acto de bendecir los panes y peces presentados por San Pedro y San Andrés (identificados por inscripciones). A sus pies doce cestos de pan son simétricamente distribuidos. A la derecha e izquierda de esta imagen hay dos escenas de banquetes. La anterior esta casi totalmente destruida, pero una inscripción en griego da una idea sobre el tema. Esta lee: "Aquellos que comparten la eulogia de Cristo". Eulogia es un término utilizado por San Pablo (I Cor 10, 16) como referencia a la Eucaristía: "El cáliz de bendición (eulogia) que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?" Por consiguiente la aplicación del término a la comida frente a los comensales lleva a inferir que se representó una escena eucarística donde los huéspedes cenaron los simbólicos panes y peces. Inscripciones ("Jesús", "Maria", "Sirvientes") nos indican que la escena al lado derecho representa el milagro de Caná. El autor de este fresco, que conocía muy bien el simbolismo de los primeros siglos, evidentemente reprodujo primeramente el símbolo favorito de la Eucaristía, y la milagrosa multiplicación de los panes y peces; y en segundo lugar, el posterior símbolo del vino eucarístico inspirado por el milagro en la fiesta de boda.

viernes, 22 de agosto de 2008

SIMBOLOGIA LITURGICA - Parte III

Continuando con el tema acerca de los símbolos con los que en la antigüedad se representaba la Eucaristía, se transcribe la tercera parte del trabajo tomado de conocereisdeverdad.org

II. El Banquete de los Siete Discipulos

La cena de los siete Discípulos en el mar de Galilea está grabada por San Juan, el Evangelista (21, 9 sig.). San Pedro y sus compañeros pescadores, un total de siete, luego de tomar la milagrosa pesca, llevaron sus barcas a la orilla donde encontraron "unas brasas encendidas y un pez puesto sobre ellas y pan". El resucitado Salvador entonces les invito a comer, "Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: ¿Tú quién eres?, sabiendo que era el Señor". El incidente narrado era tan apropiado como símbolo de la Eucaristía como el milagro de la multiplicación y como tal es una vez ilustrado en una pintura del siglo II. En este, como en todos los frescos eucarísticos, el símbolo de la Comunión aparece cercano a un símbolo bautismal. A primera vista la escena del banquete no parece diferente al tipo de representación previamente descrita: siete personas en una cena que consiste de panes y peces. Particularmente dos detalles diferencian esta imagen (Capilla del Sacramento A2, en el cementerio de Calixto), de los simbólicos banquetes basados en la milagrosa multiplicación. El primero de esos detalles es la ausencia del cesto de fragmentos siempre presentes en los frescos inspirados por el último tema y el segundo es el hecho que los siete comensales se encuentran desnudos, como invariablemente se representan a los pescadores en el arte clásico. Ciertamente podemos concluir que el autor de este fresco se inspiró en la cena del mar de Galilea, la cual ilustra como un símbolo de la Eucaristía. San Agustín alude a este símbolo cuando habla de los "peces asados" en las brazas como representando a Cristo crucificado (Piscis assus Christus est Passus, Tract. cxxiii, en Joan.).

Israel - hallazgo casual 30.X.2005, signos eucarísticos en

un altar de la Iglesia Católica... estamos en los años 195.ca

Durante los siglos I y II, con una sola excepción, el único símbolo eucarístico utilizado en el arte Cristiano lo fue el inspirado en la milagrosa multiplicación. La forma de representar este símbolo durante el periodo apenas vario: siete comensales comparten los simbólicos panes y peces mientras las cestas de pan están distribuidas a los lados. Sin embargo, en una ocasión los huéspedes fueron omitidos y solamente el trípode, con los panes, peces y las cestas de panes, fué ilustrado. Este fresco, que ocupa una porción de la Capilla del Sacramente que contiene el símbolo de los siete Discípulos, Wilpert lo considera como un tipo de compendio de los dos símbolos de la Consagración y la Comunión anteriormente descritas. Durante el siglo III, en un número de frescos, se adopto una nueva forma para representar los símbolos eucarísticos favoritos. Estos son la escena donde Cristo realiza el milagro de la multiplicación tocando con una vara una de las varias cestas de pan ubicadas frente a Él. En los panes también se notan incisiones hechas a manera de cruces. Pinturas de este tipo eran símbolos de la Consagración. Una de ellas (en la cámara III en la catacumba de Santa Domitila), es de singular interés. Desafortunadamente ha sufrido serios daños a manos de coleccionistas. Con la ayuda de un diseño realizado por Bosio, Wilpert ha sido capaz de reproducir la imagen que consiste de tres escenas. En el centro Cristo realiza el milagro de la multiplicación con una vara. En el lado derecho, Él esta nuevamente representado con su diestra levantada en un gesto de oración, mientras en los pliegues de su pallium se notan cinco panes marcados con la cruz. Balanceando la figura a la izquierda esta la mujer samaritana sacando agua del pozo de Jacob. De acuerdo a los principios generales en que se basa el temprano arte Cristiano, se intentaba alguna relación entre los tres grupos de imágenes. Ordinariamente la mujer samaritana era símbolo del refrigerium (o refresco) pedido en el recordatorio por los difuntos durante la Misa.

En la ocasión actual Wilpert estima que el propósito de ella era simbolizar el alma gozando de la felicidad eterna: la Eucaristía como una fuente de agua (Jn 4, 14) "se hará en él una fuente que salte hasta la vida eterna", siendo una promesa de inmortalidad. En la catacumba de San Calixto hay una cuarta pintura del milagro de la multiplicación que mejor se acomoda a la narración histórica que las representaciones previas. En esta Cristo es representado con ambas manos sobre los panes y peces que le llevaron a Él dos Apóstoles. Se puede añadir que aún existen en las catacumbas romanas más de treinta frescos de la milagrosa multiplicación. Para una exacta y confiable reproducción de los mismos ver Wilpert, "Le Pitture delle catacombe Romane", Roma, 1903.

miércoles, 20 de agosto de 2008

SIMBOLOGIA LITÚRGICA - parte II

No está de más saber algo del origen de algunas de las representaciones simbólicas que observamos en ciertos grabados o representaciones pictóricas, antiguas o modernas. Esta es la razón de transcribir este trabajo tomado de: conocereisdeverdad.org Espero les sea provechoso.

I. El Milagro de la Multiplicación

En dos ocasiones Cristo alimentó a las muchedumbres que le siguieron al desierto con panes y peces que milagrosamente multiplico. En la primera de ellas, anotada por los cuatro Evangelistas, cinco panes y dos peces saciaron la necesidad de cinco mil personas. En la segunda ocasión, que solo la menciona San Mateo (15, 32 sig.), siete panes y "algunos" pececillos fueron suficiente para cuatro mil personas. De acuerdo con la práctica de presentar solo los detalles necesarios para llevar el significado de un símbolo, los artistas Cristianos de las catacumbas representaron la milagrosa multiplicación como un banquete donde los invitados se ven compartiendo una cena de panes y peces. En los frescos de esta categoría la fuente de inspiración del artista claramente la indican las cestas de fragmentos a ambos lados de la escena. El número de cestas representadas no siempre concuerda con la historia ya que se le consideraba irrelevante en su relación con los símbolos. De los frescos eucarísticos, seis ilustran siete cestos y en otros tres frescos se ilustran dos, ocho y doce cestos respectivamente. El número de huéspedes en todas las simbólicas cenas eucarísticas invariablemente es de siete. Una particularidad que Wilpert estima se debe al gusto de los primero Cristianos por el simbolismo de los números. Según San Agustín (Tract. cxxiii, en Joan.), el número siete representaba la totalidad del mundo Cristiano. La más antigua representación eucarística en las catacumbas es el fresco conocido como "Fractio Panis", que ornamenta la "Capella Greca" en el cementerio de Santa Priscila. Wilpert data la fecha de este fresco, y de otras obras de esta capilla, a la primera parte del siglo II, y su opinión es generalmente aceptada. La escena presenta a siete personas en la mesa, reclinados en un diván semicircular, ilustrado sobre el receso en la pared de esta pequeña capilla subterránea, por ende cerca de donde una vez estuvo el altar. Uno de los comensales es una mujer. El sitio de honor a la derecha (in cornu dextro), es ocupado por el "presidente de la asamblea de hermanos" (descrito para el 150 al 155 por Justino, Mártir, en su obra Culto Cristiano), el obispo o un sacerdote escogido para sustituirle en la ocasión (Apol. I, lxvi). El Presidente (proestos), un personaje venerable y barbudo, es presentado realizando la función descrita en los Hechos de los Apóstoles (2, 42-46; 20, 7) partiendo el pan, por ende el nombre "Fractio Panis" (he klasis tou artou), adecuadamente dado al fresco por su descubridor. Hay que notar que esas palabras son frecuentemente usadas en la temprana literatura Cristiana no inspirada como un sinónimo para la Eucaristía, (para los textos ver Wilpert, "Fractio Panis", Freiburg, 1895). Por tanto, el momento representado es aquel previo a la comunión, cuando al igual que hoy el celebrante divide la Sagrada Hostia. Como para disipar toda duda sobre el carácter de la imagen, el artista añade un detalle no encontrado en ninguna otra representación eucarística. Frente al celebrante coloca una copa de dos agarraderas, evidentemente el cáliz (calix ministerialis) de la segunda centuria. Tales son las primeras representaciones de arte Cristiano sobre el ofrecimiento de la Misa. Un reciente escritor considera la escena una representación de la celebración eucarística en conexión con el ágape funeral en el aniversario de alguna persona sepultada en la capilla. Desde esta perspectiva, los comensales en el banquete representan las relaciones del fenecido asistiendo en una Misa de aniversario (sacrificium pro dormitione) para el descanso de su alma (Wieland, Mensa und Confessio, p. 139). En adición a esos únicos detalles demostrando la verdadera celebración de la Misa temprano en el siglo II, el autor de este fresco ilustra a la par con la realidad un símbolo de la Eucaristía. En el centro de la mesa hay dos platos, uno con cinco panes y el otro con dos peces mientras a ambos lados del diván hay siete cestas con pan están simétricamente distribuidas.

Siguiendo al "Fractio Panis", los más singulares frescos donde la milagrosa multiplicación es usada como símbolo eucarístico, lo son dos en la cripta de Lucinia que es la parte más antigua de la catacumba de San Calixto. Cada una consiste de un pez y una cesta con panes en un campo verde. A primera vista parece como si los peces estuviesen representados cada uno cargando una cesta con panes mientras nadan. Un minucioso examen de los frescos realizado por Wilpert demuestra que las cestas han sido puestas muy cercanas, pero no en los peces y que la supuesta superficie color azul verdaderamente es verde. Por ende el tema es la milagrosa multiplicación y la superficie verde representa un campo. Como símbolo de esas imágenes es particularmente impactante la introducción de dos vasos, que contienen una substancia roja, dentro de los cestos. Evidentemente, con este detalle, el artista tenia en mente la parte eucarística del vino. Consecuentemente, todos los frescos dejan en un observador del siglo II un mensaje cercano a: el pan milagrosamente multiplicado, junto al vino, forma la sustancia de la Eucaristía, que a su vez por un mayor milagro, se convierte en el Cuerpo y la Sangre del Divine Ichthys, Jesús Cristo.

Las varias escenas de los banquetes eucarísticos de las catacumbas apropiadamente simbolizaban la recepción de la Sagrada Comunión. En una ocasión anterior el artista representó, aparte de una representación de este carácter, un nuevo símbolo con especial relación a la Consagración. Esto consistió de una escena demostrando dos personas en torno al trípode donde hay pan y un pez. Una de las dos figuras es vestida en la túnica y pallium reservado en el temprano arte Cristiano a las personas de carácter sagrado, mientras la otra queda localizada en el lado opuesto en actitud orante. La persona sagrada mantiene sus manos extendidas sobre el pan y los peces, así como un sacerdote tendiendo sus manos sobre el cáliz antes de la Consagración. Wilpert interpreta la escena de modo que la figura con sus manos extendidas representa a Cristo realizando el milagro de la multiplicación, acto donde la intención del artista era simbolizar la Consagración. Sin embargo, el orante es un símbolo de los fenecidos el cual a través de la Sagrada Comunión ha logrado felicidad eterna: "el que come este pan vivirá para siempre" (Jn 6, 58). La representación descrita forma una en una serie de tres temas, todos relacionados a la Eucaristía. La segunda serie es el usual banquete de siete personas simbolizando la Comunión, mientras la tercera presenta a Abraham y a Isaac en actitud orante. En el simbolismo de la época Isaac era estimado como una figura de Cristo, por ende se infiere que esta representación del sacrificio de Abraham era figurativa del Sacrificio de la Cruz.

lunes, 18 de agosto de 2008

SIMBOLOGIA LITURGICA - I

Primeros Símbolos de la Eucaristía

Entre los símbolos usados por los primeros Cristianos en la decoración de sus tumbas, aquellos relacionados con la Eucaristía tienen un lugar de primera importancia. Los monumentos de mayor consecuencia donde se ven estos símbolos aún existen, principalmente en los cementerios subterráneos de los primeros tiempos de la Roma cristiana, mejor conocidos como las catacumbas romanas. Su descubrimiento y apertura en la segunda parte del siglo XIX han arrojado gran luz sobre alusiones más o menos oscuras de la literatura Cristiana de los primeros tiempos. De esta manera la teología católica ahora posee información suplementaria de gran valor relacionada a la creencia y modo de celebración de la Eucaristía en los tiempos preapostólicos. Según Wilpert, un académico experto en la arqueología cristiana, los símbolos relacionados con la Eucaristía representados en las catacumbas forman tres grupos, inspiradas por tres de los milagros de Cristo. Estos son la milagrosa multiplicación de los panes y peces, el banquete de los siete Discípulos en el Mar de Galilea posterior a la resurrección y el milagro de las bodas de Caná. Probablemente, es por los primeros dos de esos milagros, que debamos el famoso símbolo del pez, que brevemente condensó los principales artículos de la creencia Cristiana. El más antiguo y siempre favorito símbolo eucarístico en los monumentos fue el inspirado por el milagro de la multiplicación de los panes y peces. El banquete de los siete Discípulos aparece solamente en una escena en una catacumba del siglo II, el milagro de Caná en dos que datan de temprano en el siglo III y el otro del siglo IV.

sábado, 16 de agosto de 2008

[La virgen ante el Sacramento de J. A. Ingres]
La Virgen ante el Sacramento de Jean Auguste Ingres. 1854 Museé d'Orsay
Virgen María, Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, gloria del pueblo cristiano, gozo de la Iglesia universal, ruega por nosotros y concede a todos los fieles verdadera devoción a la Sagrada Eucaristía, siendo dignos de recibirla cada día.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Actitudes y gestos en la liturgia

Pedir perdón
por Celia Escudero
Lic. en Teología, docente y liturgista.
Uno de los ritos iniciales de la celebración eucarística es el rito penitencial. Tiene lugar inmediatamente después que el sacerdote ha saludado a la asamblea. No siempre se hace al momento de silencio que corresponde, una vez que el sacerdote invita a pensar en aquellas cosas que hemos vivido en las que hemos ofendido al Señor o a nuestros hermanos. Esto hace que este rito que es breve, pero importante, pase desapercibido para muchos. Alguno se preguntará ¿por qué pedir perdón al comenzar la celebración de la Misa? Es muy sencillo, por más que vivamos en gracia de Dios, no dejamos de ser personas con defectos y debilidades, que nos llevan a tener actitudes incorrectas por las cuales debemos pedir perdón a al Señor y a nuestros hermanos. A veces las personas caen en los extremos de trasformar todo en pecado o de minimizar cosas que si bien no son graves, hieren o afectan a aquellos con los que compartimos la vida. Jesús nos dice en el Evangelio: ..”si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda”. Mt 5,23-24.
En la Misa ofrecemos al Padre el sacrificio de Jesús por la salvación de los hombres, del cual participamos comulgando y previamente se proclama la Palabra de Dios, que también es alimento de nuestra vida cristiana. Para ambas cosas debemos purificarnos, prepararnos, pidiendo perdón. En nuestra sociedad marcada por lo frágil, “light”, todo se minimiza, aún aquellas cosas que afectan nuestras relaciones interpersonales, que no son cosas menores, ya que con el tiempo las faltas de respeto, el mal trato verbal, y otras actitudes, pueden llegar a destruir lazos importantes. Es por eso que las Iglesia nos propone este momento para pensar en esas cosas que pueden parecer pequeñas, pero terminan siendo importantes. Para pedir perdón debemos tomarlas en cuentas, cosa que nos ayudará a intentar corregirlas, aunque nos lleve tiempo. Esto es lo que nos purifica, y nos ayuda a crecer en nuestra condición de hijos de un mismo Padre y hermanos en Jesucristo. Hay frases que no debemos considerar como expresiones muy hermosas, solo para leer y escuchar, son las exigencias en el seguimiento de Jesús, que son las más frecuentes aunque no sean extremas, ni muy difíciles de llevar a cabo.
En el Antiguo Testamento, cuando Dios lo llama a Moisés desde la zarza que arde Ex capítulo 3, estando en medio del desierto le dice que se quite las sandalias “porque el suelo que está pisando es una tierra santa”. Siempre el estar conscientemente en la presencia de Dios es pisar tierra santa, implica una situación de confianza, pero a la vez de reconocimiento de la distancia que hay entre El y nosotros, por lo que debemos apelar a su misericordia para achicar la distancia y estrechar nuestra comunión con Él.
Todo rito de la Liturgia, por pequeño que sea tiene su valor y significado. Y es nuestra tarea descubrirlo de a poco, para que nuestra participación sea activa y consciente.

domingo, 3 de agosto de 2008

Escuela de Ministerios y Diaconado Permanente - Retiro Anual

Los alumnos de la Escuela de Ministerios y Diaconado Permanente "Pablo VI" de la diócesis de San Justo realizaron su retiro canónico anual. El encuentro tuvo lugar en las instalaciones del Seminario Menor Diocesano, entre el 1º y el 3 de agosto y participaron del mismo los diez y ocho candidatos. El predicador del retiro fue el presbítero Dr. Pablo Zanor, y se realizó en un clima de oración y silencio propicio para la meditación.

Intenciones de la Iglesia para el mes de agosto

Las siguientes son las intenciones que el papa Benedicto XVI ha confiado al Apostolado de la Oración y a la Iglesia toda, para el corriente mes de agosto: General: "Para que la familia humana sepa respetar el plan de Dios sobre el mundo y sea cada vez más consciente del gran don de Dios, que representa la creación para nosotros". Misional: "Para que se promueva y alimente la respuesta de todo el pueblo de Dios a la común vocación a la santidad y a la misión, con un atento discernimiento de los carismas y un constante empeño de formación espiritual y cultural".