martes, 3 de junio de 2008

La Gran Promesa

El Corazón de Jesús y los primeros viernes (II de III)
3-) Las condiciones requeridas para ser partícipe de la Gran promesa. La condición expresamente requerida para que se cumpla la Gran Promesa es que se reciba la comunión digna (no sacrílega, es decir recibida conscientemente en estado de pecado grave). Tiene que ser la comunión en los viernes de nueve meses consecutivos. Deben ser nueve y no menos. Además tienen que ser comuniones y no pueden ser suplidas por obras buenas como Rosarios, Vía Crucis, etcétera. Tiene que ser recibida la comunión los primeros viernes: viernes es el día en que se recuerda y revive la pasión del Señor que nos amó y se entregó a sí mismo a la muerte por nuestra redención. Estas comuniones, como se deduce del contexto de las revelaciones hechas a Santa Margarita, deben ser hechas con la intención –que puede ser realizada de una vez para siempre- de rendir culto al Sagrado Corazón de Jesús que es «el culto de amor con el cual Dios nos ha amado por medio de Jesús y es al mismo tiempo la práctica de nuestro amor a Dios y a los hombres» (Encíclica de Pío XII sobre el Sagrado Corazón, n 70). La comunión se hace, en cuanto es posible (no es una condición indispensable) dentro la Misa. Esto corresponde mejor a la Liturgia y también a la mente de Santa Margarita que en una de sus cartas escribe: «Este amable Corazón... quiere que recurran a Él con gran confianza y me parece que no hay medio más eficaz para obtener lo que se pide que el Sacrificio de la Misa». Y en nuestro caso se trata de pedir nada menos que el gran don de la perseverancia. 4-) Las condiciones que empeñan a fondo los fieles. Para que el cristiano pueda cumplir las condiciones indicadas necesita una gran dosis de buena voluntad y de espíritu de sacrificio. - En efecto, la Comunión no está prescrita en domingo o fiesta de precepto, cuando ya de suyo hay obligación de asistir a Misa y por lo tanto es también más fácil acercarse a la comunión. Está prescrita más bien en un día de trabajo y éste no está dejado a la libre elección del fiel, sino que está establecido en concreto: un viernes. Por lo tanto un día hábil en que uno ordinariamente trabaja (en la fábrica, en el campo, en la oficina, o en la escuela). - Además, no en cualquier viernes, sino en el primero del mes- que no cae tampoco siempre en el mismo día, sino que varía todos los meses- y esto durante nueve meses consecutivos. Estas diminutas prescripciones, si por un lado representan cierta dificultad, traen también las ventajas en orden a las fructuosa recepción del sacramento. Suponen en el fiel el deseo sincero de la Comunión, la atención al determinado día; requieren cierto sacrificio para poder acercarse a la Comunión un día de trabajo..., etcétera – circunstancia que ayudan a crear las buenas disposiciones en la persona.

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