viernes, 26 de junio de 2009

UN LLAMADO DE ATENCIÓN

La agencia AICA, publica en su página del día de hoy, un resumen de la homilia pronunciada por el Arzobispo de la Plata - República Argentina en ocasión de la celebración de una Misa en la que fueron instituidos lectores y acólitos cuatro seminaristas del seminario arquidiocesano. Durante la homilía, Monseñor Aguer se refirió a algunos aspectos negativos en la que se encuentra actualmente la forma liturgica, en especial en nuestro país. Considero de sumo interés leer sus manifestaciones con la intención de advertir a tiempo sobre esta situación, y procurar las debidas correcciones que favorezcan una vivencia litúrgica según el verdadero espíritu de la Iglesia. La Plata (Buenos Aires), 26 Jun. 09 (AICA) El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, confirió los ministerios de lectorado y acolitado a cuatro seminaristas de la arquidiócesis, en la misa que presidió el sábado 20 de junio, fiesta litúrgica del Inmaculado Corazón de María, en la iglesia del Seminario arquidiocesano San José”. Los nuevos lectores son los seminaristas Cristian Gonzálvez y Gustavo Ramos, en tanto que los seminaristas Sebastián Corsellas y Guillermo Oría fueron instituídos acólitos.
En la homilía, monseñor Aguer expresó que “por la gracia del bautismo, y en virtud del dinamismo espiritual de nuestra fe, nosotros aspiramos a configurarnos plenamente a la forma modélica del ser cristiano simbolizado en el Inmaculado Corazón de nuestra Señora. Esa es nuestra meta. Dios es poderoso para preservarnos de toda caída y para hacernos comparecer ante su gloria inmaculados y exultantes”. Al referirse a los lectores y acólitos que estaba a punto de instituir, explicó que ambos constituyen “funciones subsidiarias: son instituidos para ayudar en el ministerio del Evangelio y de la Eucaristía; estarán respectivamente al servicio de la fe que se nutre de la Palabra de Dios y al servicio del altar donde se consuma el sacrificio del Señor y se comparte el banquete eucarístico”. Subrayó que el lectorado y el acolitado “son ministerios litúrgicos que se insertan en la estructura apostólica de la Iglesia” y “para quienes aspiran a la ordenación sacerdotal constituyen un esbozo del futuro ministerio y un entrenamiento para su ejercicio”. El resto de su alocución estuvo dedicado a la liturgia, de la que dijo que “no agota toda la actividad de la Iglesia, pero es la cumbre hacia la cual tiende y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza”. Sin embargo, advirtió que “esta importancia, esta centralidad, no siempre se reflejan en la organización pastoral, en el tiempo y la preparación que se dedican a las celebraciones sagradas en las que se actualiza y ejerce el misterio de la redención, en el estudio y consideración de los sacerdotes, en el aprecio del pueblo cristiano”. Consideró que “la forma que la liturgia ha asumido, forjada por una venerable tradición, no se puede disociar del contenido sin ponerlo en riesgo, sin someter a la ambigüedad la regla de la fe, sin menoscabar el valor formativo del culto y su influjo en la cultura del pueblo. La liturgia es la matriz en la que se plasma la mente cristiana”. El arzobispo lamentó que “en las últimas décadas ha ocurrido un lamentable deslizamiento de las formas litúrgicas en el rito romano; quizá lo peor ha sido el daño infligido a la belleza, que es el rostro visible del misterio. En su caída, la belleza ha arrastrado consigo la dimensión contemplativa de la liturgia. Las causas de este fenómeno son múltiples: pérdida del sentido de lo sacro, ignorancia histórica y teológica, populismo, desprecio y abandono del latín y del canto gregoriano –en contra de la decisión conciliar de mantenerlo–, una concepción errada de la inculturación y de la participación activa de los fieles”. En ese aspecto, se refirió particularmente a la Argentina, donde “se suma a estos factores negativos una generalizada decadencia de la cultura nacional”, y donde “la Iglesia no ha hecho gran cosa por frenarla; hasta podrían acusarnos de habernos plegado a ella. Por todas estas razones, la liturgia debe ser señalada nuevamente y con urgencia como una prioridad pastoral”.+ A continuación se insertan los párrafos de la homilía de Mons. Aguer, referidos explícitamente a la liturgia:

"La liturgia, como enseña el mismo Concilio, no agota toda la actividad de la Iglesia, pero es la cumbre hacia la cual tiende y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza (Sacrosanctum Concilium, 9.10). Esta importancia, esta centralidad, no siempre se reflejan en la organización pastoral, en el tiempo y la preparación que se dedican a las celebraciones sagradas en las que se actualiza y ejerce el misterio de la redención, en el estudio y consideración de los sacerdotes, en el aprecio del pueblo cristiano. Benedicto XVI ha señalado recientemente que la Iglesia no es una ONG, un centro de beneficencia: es preciso, pues, recentrar como corresponde la misión eclesial en el mundo de hoy, y para que la comprensión de esa misión no se extravíe, hace falta volver incesantemente a las fuentes de la fe. La centralidad de la liturgia, su eficacia salvífica y pedagógica, son una expresión de la primacía de la gracia, principio fundamental de una sana y católica orientación pastoral.

La forma que la liturgia ha asumido, forjada por una venerable tradición, no se puede disociar del contenido sin ponerlo en riesgo, sin someter a la ambigüedad la regla de la fe, sin menoscabar el valor formativo del culto y su influjo en la cultura del pueblo. La liturgia es la matriz en la que se plasma la mente cristiana. En las últimas décadas ha ocurrido un lamentable deslizamiento de las formas litúrgicas en el rito romano; quizá lo peor ha sido el daño infligido a la belleza, que es el rostro visible del misterio. En su caída, la belleza ha arrastrado consigo la dimensión contemplativa de la liturgia. Las causas de este fenómeno son múltiples: pérdida del sentido de lo sacro, ignorancia histórica y teológica, populismo, desprecio y abandono del latín y del canto gregoriano –en contra de la decisión conciliar de mantenerlo–, una concepción errada de la inculturación y de la participación activa de los fieles. En la Argentina se suma a estos factores negativos una generalizada decadencia de la cultura nacional; la Iglesia no ha hecho gran cosa por frenarla; hasta podrían acusarnos de habernos plegado a ella. Por todas estas razones, la liturgia debe ser señalada nuevamente y con urgencia como una prioridad pastoral. Tenemos al respecto ejemplos notables en la Iglesia platense; para citar un solo nombre, menciono a Monseñor Enrique Rau, que fue pionero de la pastoral obrera y a la vez de la auténtica renovación litúrgica. Pudo abarcar ambos campos porque fue, sobre todo teólogo, un buen teólogo.

Queridos hijos, que ahora van a ser instituidos lectores y acólitos, cumplan, y no sólo cumplan, vivan con fidelidad y amor sus respectivos ministerios. Vívanlos en comunión íntima con María, de corazón a Corazón con ella, para vivirlos en el Corazón de Cristo, de quien son instituidos servidores. Digo por cada uno de ustedes la preciosa oración de Charles de Condren, dirigida a Jesús que vive en María:

Jesús, que vives en María, ven y vive en tu servidor, por el Espíritu de tu santidad, con la plenitud de tu fuerza, en la perfección de tus caminos, en la comunión con tus misterios; domina a todo poder adverso, por la virtud de tu Espíritu, para la gloria del Padre."

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

(Fuente AICA)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

TUS COMENTARIOS SERVIRÁN PARA DISCERNIR LO ÚTIL DE LO INÚTIL DE CADA ENTRADA: