LOS     GESTOS LITURGICOS
           
     No podemos vivir sin gestos     y actitudes corporales. Ellos expresan lo que     pensamos y sentimos: el abrazo, el beso, el apretón de manos, las lágrimas,     el silencio....todos estos gestos surgen "naturalmente", al     compás de nuestros pensamientos y emociones.
     El hombre, participa y     "crea" la liturgia. Por eso, la liturgia contiene muchos gestos y     actitudes con los que intentamos expresar exterior y corporalmente nuestros     sentimientos hacia Dios. Los gestos litúrgicos más destacados son: la     señal de la cruz; las unciones; la imposición de la ceniza; los ojos     elevados al cielo; ciertos gestos relacionados con las manos: manos juntas     y plegadas sobre el pecho; manos que se golpean el pecho; manos elevadas y     extendidas; manos que dan y reciben la paz; manos dispuestas para recibir     el Cuerpo del Señor.
     La Iglesia insiste en la necesidad de renovar,     actualizar, "inculturar" los gestos con cada cultura, a fin de  que las     palabras y gestos sean más "significativos" para la mentalidad     del hombre moderno e incluso para cada región y comunidad. La liturgia     consta de una parte inmutable por ser de institución divina (la fórmula de     la consagración por ejemplo), y de otras partes sujetas a cambio, que     pueden y aún, deben ir cambiando, como lo ilustra la historia de la Iglesia.
     "Por esta razón,     los textos y los ritos se han de ordenar de manera que expresen con mayor     claridad las cosas santas que significan y, en lo posible, el pueblo     cristiano pueda comprender fácilmente y participar en ellas de manera plena, activa y comunitaria" (SC 21).
     Este deseo de la Iglesia es por demás     coherente: la repetición constante de los ritos, realizados generalmente     sin conocer su significado, produce un inevitable desgaste y llegan a     "no decir nada". La liturgia no es un teatro. La tarea de     renovación litúrgica exige reflexión, creatividad y participación. Mientras     tanto es necesario conocer el significado de los gestos y ejecutarlos con     espontaneidad y convicción, haciendo de ellos auténtica expresión de     nuestros sentimientos religiosos. Los gestos más utilizados son:
     
      MANOS JUNTAS: Es señal de respeto y de oración. Es un     gesto de humildad ,  de actitud orante y confiada. Es el gesto     más acomodado a la celebración litúrgica cuando las manos no han de     emplearse en otros ritos o no se prescribe que se tengan levantadas. Es la     mejor postura a la hora de ir a comulgar.
     
      EXTENDER LAS MANOS Y ELEVAR A LA VEZ LOS BRAZOS: Son súplicas solemnes;     colecta, plegaria de la misa, paternóster, prefacio. Levantar y extender     las manos al rezar expresa los sentimientos del alma que busca y espera el     auxilio de lo alto. Hoy es un gesto reservado al ministro que celebra la     santa misa.
     
      EXTENDER Y VOLVER A JUNTAR LAS MANOS: Es el deseo del     sacerdote de estrechar a la asamblea en un común abrazo de fraternidad, de     recoger las intenciones y deseos de todos para ofrecérselos a Dios, y     derramar sobre ellos las misericordias de Dios.
     
      MANOS QUE DAN Y RECIBEN LA PAZ: Las manos extendidas,     abiertas y acogedoras simbolizan la actitud de un corazón pacífico y     fraternal, que quiere comunicar algo personal y está dispuesto a acoger lo     que se le ofrece. Cuando unas manos abiertas salen al encuentro de otras en     idéntica actitud, se percibe el sentimiento profundo de un hermano que sale     al encuentro de otro hermano, para ratificar, comunicar o restablecer la     paz.
     
      MANOS QUE RECIBEN EL CUERPO DEL SEÑOR: Las manos dispuestas     para recibir la      Santa Comunión han de ser signo de humildad, de pobreza,     de espera, de disponibilidad y de confianza, de veneración y respeto.
     
      SEÑAL DE LA CRUZ: Es el gesto más noble y el más frecuente y     elocuente. No es un garabato, que termina besándose uno el dedo pulgar. Se     produce de dos modos: sobre uno mismo, con los dedos extendidos de la mano     derecha; o, cuando un sacerdote debe bendecir en nombre de Cristo, sobre     las personas u objetos con la misma mano levemente encorvada. Una sola vez,     al inicio del oficio divino, se hace sobre los labios con el dedo pulgar     para pedirle al Señor que Él mismo “los abra para poder proclamar con la     boca sus alabanzas”. Debe hacerse desde la frente hasta el pecho, y desde     el hombro izquierdo al derecho. ¿Qué significa hacerse la señal de la cruz?     Primero venerar la cruz redentora de Cristo. Segundo, sellar con ella     nuestra persona cristiana y así fortalecerla para hacer el bien y evitar el     mal. Esa señal comienza en la frente, para que Dios, con su Santa Cruz, nos     quite los malos pensamientos y nos proteja los buenos. Después de la frente     va al pecho para que nos quite los malos deseos del corazón y nos proteja     los buenos. Y finalmente, nos envuelve de izquierda a derecha, para     proteger del mal todo nuestro ser.
     
      LA REVERENCIA: Consiste en ligeras inclinaciones de cabeza,  ante imágenes, al recibir la Sagrada Comunión,     cuando el acólito inciensa al sacerdote y al pueblo; o al incensar el mismo     sacerdote hace reverencia al crucifijo o a la imagen de los santos, a modo     de saludo reverente. Aquí no sólo es señal de cortesía humana, sino que las     reverencias están revestidas de culto sagrado. También está la reverencia profunda, inclinando el cuerpo: al altar, en algunas de las oraciones propias del sacerdote durante la celebración de la Misa, y en el caso del diácono al pedir la bendición antes de la proclamación del Evangelio.
     
      LAS MIRADAS: Unas veces invitan a la admiración y     adoración callada, de fe sentida y de recogimiento; por eso, clavamos la     mirada en la Hostia     consagrada y en el cáliz al levantarlos el sacerdote en la consagración, en     la custodia de la exposición y bendición del Santísimo. También la mirada     del sacerdote a la gente es señal de comunicación fraterna, de saludo cordial.     Cuando los ojos están cerrados simbolizan, no tanto que estamos durmiendo,     sino que estamos en profundo silencio y recogimiento para saborear la     comunión, o las lecturas leídas. Es falta de respeto, cuando se da la     homilía, no mirar al predicador. Simbolizaría desinterés total, despecho;     también sería falta de cordialidad e interés si el predicador no mirase a     los fieles a la hora de predicar. Cuando uno eleva los ojos hacia arriba     está indicando petición a Dios o desagravio por los pecados propios y de la     humanidad.
     
      LOS BESOS: El sacerdote da un beso al altar al     comenzar y al terminar la santa misa; También el sacerdogte y el diácono besan el evangeliario después de la proclamación del evangelio es Cristo quien recibe ese ósculo.     Los fieles se dan el beso en el momento de la paz. Son señales de afecto,     de gratitud, de adhesión, de veneración y de reconciliación. Besamos las     reliquias, el crucifijo, la mano del sacerdote que bendice y perdona. Cada     uno de estos gestos imprime un sello religioso especial en las personas o     cosas que los reciben. En muchas partes no es oportuno el beso de la paz,     por motivos culturales; entonces se prefiere el apretón de manos.
     
      GOLPES DE PECHO CON LA MANO: Es una de las señales     más expresivas de dolor y contrición de corazón, en un pecador. Se hace en     la confesión, al momento de decir el acto de contrición. Lo hacemos en el     momento del “Yo confieso” de la santa misa. Así, con ese gesto humilde,     aplacamos y agradamos mejor a Dios y expresamos más sentidamente nuestra     compunción ante los demás hermanos. Los golpes deben ser hechos con     suavidad.
     
      LA IMPOSICIÓN DE LAS MANOS: Significa varias cosas, transmisión de     poderes superiores a personas o grupos de elección, o de algún carisma o     misión, o absolución de culpas. También es signo de bendición de Dios y de     consuelos en la unción de enfermos. En el momento de la consagración     manifiesta el poder maravilloso de los sacerdotes de convertir el pan y el     vino en Cuerpo y Sangre de Cristo.
     
      CAMINAR HACIA EL ALTAR-PROCESIÓN DE ENTRADA: No es un simple gesto,     es un rito. Es también símbolo de nuestro peregrinar al cielo. Caminamos     con otros, no solos. Así, en las procesiones, peregrinaciones, procesión de los dones en la misa o procesión para la comunión, vamos con     alegría, sin temores, pues sabemos que Cristo es el Camino vivo y     verdadero.
     
      CANTAR: El que canta ora dos veces, decía San Agustín.     El canto es el afecto del corazón hecho música.
  GENUFLEXIÓN: Es  signo de adoración, por eso se reserva para el Santísimo Sacramento y para la Santa Cruz desde la Solemne Adoración en la Acción Litúrgica del Viernes Santo, hasta el comienzo de la Vigilia Pascual.
      
 
Qué buena explicación de tantos gestos que hay en la liturgia. Existen tratados enteros acerca del lenguaje corporal, y es que somos, no sólo alma, también cuerpo. Es muy natural que en nuestra relación con Dios también nos manifestemos con nuestro cuerpo.
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