Comenzaremos hoy a incorporar un trabajo sobre el tema Liturgia, el cual se ira completando diariamente. Les ruego en consecuencia, en caso de interesarles, estar atentos a las publicaciones diarias. Esta se iniciará con el enunciado de lo que será tratado en forma detallada. Espero que les pueda ser útil.
APORTES PARA LA MEJOR COMPRENSIÓN Y
PARTICIPACIÓN EN LA SAGRADA LITURGIA
PARTE I
1.
La Liturgia
2.
La Asamblea que celebra
3.
La participación de la Asamblea en la
Celebración Litúrgica
4.
Las aclamaciones de la Asamblea en la
Eucaristía
5.
La Misa –Sus partes – Participación de
la Asamblea en la Santa Misa
PARTE II
6. La Música y El Canto en la Liturgia
7. Los Colores Litúrgicos
8. La Oración de los Fieles – Como se
prepara
9. El Guía y la confección de guiones
Mañana comenzaremos con el desarrollo de los temas enunciados.
Allá vamos:
PARTE I:
1. NATURALEZA E IMPORTANCIA DE
LA LITURGIA.
La Constitución sobre la Sagrada Liturgia
“Sacrosantum Concilium” nos ayudará a descubrir la naturaleza e importancia de
la Liturgia. En primer lugar veamos los fines que el mismo Concilio se ha
propuesto (SC Nº 1):
- Acrecentar la vida cristiana
·
Adaptar mejor a las necesidades de
nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio.
- Promover todo lo que pueda
contribuir a la unión de quienes creen en Cristo.
- Fortalecer lo que sirve para
invitar a todos al seno de la Iglesia.
A continuación, en el mismo párrafo, los Padres
conciliares agregan el medio propuesto para conseguir esos fines determinados:
“Por eso cree que le corresponde de un modo particular proveer a la reforma y al fomento de la Liturgia”.
Así, el fin enunciado de “acrecentar de día en día
entre los fieles la vida cristiana”, se corresponde con las siguientes
expresiones expuestas en el Nº 2:
“La liturgia por cuyo medio se ejerce
la obra de nuestra redención, sobre todo
en el divino sacrificio de la
Eucaristía, contribuye en grado sumo a que los fieles expresen en su vida y
manifiesten a los demás el misterio de Cristo, y la naturaleza auténtica de la verdadera
Iglesia”.
Otro de los fines consignados: “Promover todo lo que
pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Cristo y fortalecer lo que
sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia”, tiene su
expresión fundamental en otros párrafos del citado Nº 2:
“Por eso al edificar día a día a los que están dentro...la liturgia robustece también ...sus fuerzas para predicar a Cristo y presentar así la Iglesia a los que están afuera... para que debajo de El se congreguen en la unidad los hijos de Dios que están dispersos, hasta que haya un solo rebaño y un solo Pastor”.
Entre los números 5 y 13 el Concilio explicita
puntualmente cómo la naturaleza humana unida a la persona del Verbo se
convierte en instrumento de salvación, realizándose así plenamente nuestra reconciliación
con el Padre y dándosenos la plenitud del culto divino.
Esta obra redentora del Hijo y de la perfecta
glorificación de Dios, Cristo la realiza principalmente por el misterio pascual
de su pasión, muerte, resurrección y su gloriosa asunción al cielo, y constituido
Mediador entre Dios y los hombres (cf. Nº 5)
Así, después de su glorificación, Cristo envió a los
apóstoles a predicar y realizar la obra de salvación, anunciándola mediante “el
sacrificio y los sacramentos en torno a los cuales gira toda la vida litúrgica”
(S.C. Nº 6).
Para la realización de esta obra
tan grande de nuestra santificación, “Cristo está siempre presente en su
Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica” (Nº 7). A esta obra santificadora
está siempre asociada la Iglesia que invoca a su Señor y por El, con El y en El
tributa culto al Padre Eterno (S.C. Nº 7).
Todo lo anterior es enriquecedor
respecto a la naturaleza e importancia de la liturgia. Pero hay algo más
todavía. El Nº 7 de la constitución dice: “La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo
tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza”. Esta expresión contiene toda la
riqueza de valoración del culto sagrado capaz de incentivar en los fieles a una
participación plena, consciente, activa y fructuosa de la liturgia. (cf.S.C. Nros: 11, 19, 21, 27, 30, 41, 48 y
79).
¿Qué se entiende cuando decimos
Liturgia? ¿Se puede definir?
Primero veamos qué no es la liturgia:
No es un espectáculo sagrado. Dice Pio XII: “No es parte solamente
externa y sensible del culto divino, ni el ceremonial decorativo (Mediator
Dei 25).
Además, los espectáculos, no siempre son gratuitos,
buscan ser atractivos y tienen un motivo meramente social, humano.
No es el cumplimiento legal de unos ritos (Ritualismo – Juridicismo) Si celebramos por
cumplir una norma social, por tradición o costumbre o mandato, seriamos meros
funcionarios. ¿Cómo podría ser culto perfecto, adoración en Espíritu y Verdad,
si la convertimos en ritualismo y legalismo?
Pio XII decía que la liturgia no es “el conjunto de leyes y preceptos por los
que la Jerarquía ordena el conjunto
de ritos” (MD 25)
No es un acto de culto privado: No se trata de la piedad individual hecha pública:
una acción en la cual los participantes no se sienten parte de una comunidad,
no se identifican con ella, ni se sujetan a sus normas y condiciones, sino que
cada uno busca la realización de sus gustos y procura realizarlos en privado.
No es expresión externa del sentimiento religioso natural. Así se convertiría
en mera manifestación de nuestra dependencia del ser supremo, válida para
cualquier ser humano y cualquier religión. ¿Cómo podría ser ejercicio del
Sacerdocio de Cristo, si se quedara en algo meramente antropológico?
¿Qué es, entonces, la Liturgia?:
El Concilio Vaticano II, después de una
introducción que sustenta admirablemente la posición teológica de la Liturgia,
la define así: “Con razón, entonces, se considera a la liturgia como el ejercicio del
sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan y, cada uno
su manera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de
Jesucristo, es decir la cabeza y sus miembros, ejerce el culto público
íntegro”. (SC7).
A partir de allí el Concilio va a poder
decir que “la liturgia es la cumbre a la cual tiende toda la actividad de la
Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los
trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y
el bautismo, todos se reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen
en el sacrificio y coman la cena del Señor” (SC10).
“Por tanto, de la liturgia, sobre todo de
la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente, y se obtiene
con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella
glorificación de Dios, a la cuál las demás obras de la Iglesia tienden como a
su fin.” (SC10).
Dice el Catecismo: Es
el Misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia y celebra en su liturgia a fin
de que los fieles vivan de él y den testimonio del mismo en el mundo. (CATIC
1068)
De todo lo anterior se deduce también que
la liturgia:
·
Tiene
su idioma o lenguaje: el de los signos y símbolos.
·
Que
requiere una clave para su comprensión: la fe y el conocimiento religioso.
·
Lo
cual supone: la evangelización - el kerigma, la catequesis y la mistagogia.
·
¡CUIDADO,
un peligro del lenguaje litúrgico!: la mera exterioridad - el divorcio:
liturgia y vida.
Si el idioma de la liturgia es el de los
signos y de los símbolos es obvio decir algo al respecto.
De hecho, toda palabra oral o escrita es
un signo. Al decir o escribir mamá o papá,
entendemos que significan algo preciso. Pero, además de las palabras, en la
liturgia se emplean muchos otros signos y símbolos. Pero cuidado, signo y
símbolo no son lo mismo.
El SIGNO: es una señal sensible (es
decir que se percibe por los sentidos) que nos trae a la mente otra señal
clara, definida, comprensible; por ejemplo las palabras, como antes se menciona;
las señales de tránsito; el semáforo, el humo, etc.
El SIMBOLO: Es un elemento sensible que
hace presente una realidad de otro orden, de otro nivel, más intuitivo que
racional. (Imagen, figura o divisa con el que se representa un concepto, por
alguna semejanza o correspondencia que el entendimiento percibe entre ambos.
p.ej. El Ave Fénix = resurrección).
En la liturgia entramos en contacto con
realidades trascendentes, como el sentido de la vida, la relación con Dios, la
presencia de Cristo, etc. Todo esto está más allá de lo que podamos razonar.
El símbolo es un elemento capaz de ser captado por los sentidos y que remite a una realidad
de otra orden, percibida de forma más intuitiva que racional, es decir que nos
remite a una realidad no captada plenamente en el orden del razonamiento.
Cuando vemos una bandera de color
rojo o el color rojo en la casulla del sacerdote, lo que nos sucede es algo
distinto. El color rojo nos remite a distintos significados e inclusive a otros
significantes: el fuego, el Espíritu Santo, la revolución; en este caso se
trata de un símbolo.
El símbolo nos hace presentes
realidades que no alcanzamos a razonar, pero que intuimos o experimentamos. Una
corona de flores que se coloca al pié del monumento del prócer nos remite a la
idea de la muerte, la vida entregada por la patria, la gratitud, etc. El
banquete de bodas remite a otros significantes, como son el cariño, la alegría,
la vida.
Gratuidad del símbolo. A diferencia del signo, el símbolo no es
utilitario. Si nos repartimos una torta de cumpleaños, no es para alimentarnos;
si ponemos encima unas velas, no es para que iluminen; si ponemos flores en un
monumento, no es para adornarlo. Si nos acercamos a la mesa eucarística, no es
para alimentar nuestro cuerpo. Es decir, el símbolo no tiene sentido
utilitarista. El símbolo es gratuito.
El símbolo consiste en realzar algo,
es ponerlo entre comillas, separándolo de su contexto habitual. La vela está
hecha para iluminar, pero si coloco una vela en el centro de la mesa en un
lugar inundado de luz, le doy otro significado, la convierto en un símbolo. Por
ejemplo, en la florería hay montones de rosas, y en las panaderías hay kilos de
pan. Pero si yo tomo una rosa y la regalo a alguien, esa rosa se convierte en
un símbolo, a través del cual quiero expresar algo y a su vez a la persona que
la recibe le significa otras realidades. Asimismo resulta que algunas personas
se reúnen los domingos para ofrecer y comer un poco de pan, entonces el pan se
convierte en símbolo, en sacramento de alguien.
En el signo, el sentido es
limitado, es cerrado. La palabra y el sonido “rosa” designa una especie de flor
concreta, lo mismo que la palabra “pan” designa un alimento conocido.
Con el símbolo, en cambio, el
sentido siempre es nuevo e ilimitado. Desde que existe la rosa, ha servido para
expresar el amor, también con sus sufrimientos ya que “no hay rosas sin
espinas”. El pan es símbolo de todo lo
que alimenta al hombre, el trabajo duro (decimos ganarse el pan), la
amistad, las dificultades de la vida. (el pan duro), etc. Desde siempre, el
hombre descubre significados nuevos en los regalos que hace.
Entonces digamos que a diferencia
del signo que es conocimiento, el símbolo es el lugar del reconocimiento.
Seguimos mañana.
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