martes, 2 de noviembre de 2010

Un día para orar por nuestros difuntos


La Iglesia nos pone hoy ante la hermosa tarea de orar al Señor por nuestros queridos difuntos y aún por todos los fallecidos a quienes tenemos siempre presentes en las Misas, cuando en la plegaria eucarística decimos "cuya fe sólo Tú conociste". Por eso, porque confiamos en la  misericordia divina, encomendamos  a aquellos que ya han partido, en la confianza de que pronto puedan gozar de la visión divina, en compañía de María y los Santos. Es un acto de justicia no dejar pasar esta oportunidad.

 La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.

Cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación.

Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios.

A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos.

Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.

La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación y puedan llegar a ver a Dios. "No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos".

Nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.

Para aumentar las ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha establecido que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo por las intenciones del Papa entre el 1 y el 8 de noviembre, “podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados”. (CEC 1479).
Fuente: Catholic net

1 comentario:

  1. Este día mi corazón y memoria se me escapan a aquellos familiares y amigos cuyas vidas dotaron de sentido la mía y ya no están en el mundo de los vivos. Mi oración para ellos.

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