martes, 30 de diciembre de 2008

Villancico

Quizás se lo podría dedicar a alguien cercano...

Solitario y silencioso

Volvía yo cierta vez

Por entre sombras amargas

Y bajo estrellas de hiel,

Cuando, al llegar a mi puerta,

Sobre el umbral encontré,

Desnudo y abandonado,

El cuerpo del niño aquel.

___Y conmigo está

___Desde aquella vez.

Con el mismo desamparo

Y la misma desnudez

De los astros que temblaban

En el firmamento fiel,

Aquel niño me miraba

Como dándome a entender

Que conocía mi nombre,

Mi soledad y mi sed.

___Y conmigo está

___Desde aquella vez.

Lo miré, lo vi pequeño,

Tuve piedad y lo alcé

Desde el mármol del umbral

Hasta el mármol de mi ser;

Y en el frío de mi vida

De pronto sentí nacer

Un fuego que convertía

Todo mi mal en su bien.

___Y conmigo está

___Desde aquella vez.

—¿Cómo te llamas?, le dije.

—¿Quién eres?, le pregunté.

—¿Qué quieres? ¿Por qué me miras?

—¿Dónde naciste y de quién?

Y en aquel hondo silencio

Que jamás olvidaré,

Campanas de Nochebuena

Me respondieron por El.

___Y conmigo está

___Desde aquella vez.

Francisco Luis Bernárdez, Villancico; de Canciones Cristianas.

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