Dado el contenido de esta nota y la procedencia confiable de la fuente, he decidido incorporarla tal como fue publicada por "La Buhardilla de Jerónimo"
Mejorar la catequesis: una “urgencia pastoral”
Mons. Charles Pope, párroco
en la Arquidiócesis de Washington (USA), ha publicado un interesante
artículo acerca de la catequesis, su contenido y disciplina. Dicho
artículo aparece en el blog asociado a la página web oficial de la
Arquidiócesis. Presentamos aquí nuestra traducción.
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Casi
nadie en la Iglesia diría hoy que hemos hecho un buen trabajo en el
transmitir la fe a nuestros niños. Dependiendo de cómo lo consideremos,
hemos perdido dos o tres generaciones en la ignorancia y la incapacidad
de articular la fe. Incluso las enseñanzas más básicas son desconocidas
para los jóvenes.
Algunos
años atrás, hablando con niños católicos de sexto grado acerca de Adán
y Eva, descubrí que ellos tenían muy poca idea de quiénes eran Adán y
Eva, sabían sólo que estaban “en la Biblia o algo”. Eso era todo.
Recolecté todos los libros de religión, e instituí un curriculum de
“retorno a lo básico” para cada nivel. Comenzamos con la creación y la
caída del hombre y usamos la narrativa bíblica junto con preguntas y
respuestas a memorizar, culminando el año con un “concurso de
religión”, con premios, en el que se esperaba que los niños demostraran
su conocimiento del material. Los niños lo hicieron bien, y lo contaron
a los gritos a sus padres. Al año siguiente instituimos un programa
paralelo para los padres. Mientras sus hijos estaban en la escuela
dominical, yo instruía a los padres con el mismo material.
No
soy experto en pedagogía (teoría de la educación), pero me parece
bastante claro que tenemos serias carencias en dos áreas importantes de
la instrucción catequética: la disciplina y el contenido. ¡Brechas
bastante devastadoras, me parece! No queda más que auto-estima y lemas
como “Dios te ama”.
En cuanto a los contenidos, parece que hemos mejorado.
La publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, y requerimientos
más estrictos de que nuestros materiales catequéticos se conformen con
él, han sido la mayor reforma. Nuestros materiales son más ortodoxos y
el contenido es más sustancial que en los oscuros años de los ’70 y
’80. Se han publicado distintas buenas series, que tienen buen
contenido y son también agradables a la vista. No las mencionaré por
nombre, dado que éste es un blog de la Arquidiócesis y no es apropiado
que las señale. Por esto, entonces, creo que el contenido está
mejorando.
Pero el contenido no es suficiente. También se requiere disciplina académica.
Todo el mejor material y el más visualmente hermoso no puede hacer, por
sí solo, que los niños comprendan la fe. Debe reafirmarse una
disciplina académica más fuerte y rigurosa en el proceso catequético.
Hay algunos elementos de esta disciplina académica que quisiera
mencionar, quizá vosotros podáis agregar más.
1. Repetición: Existe un antiguo adagio latino: Repetitio mater studiorum (la
repetición es la madre de los estudios). El aprendizaje requiere mucho
de la repetición, para que lo aprendido penetre y se transforme en una
segunda naturaleza. Uno de los mayores defectos en el actual proceso
catequético en la mayoría de las parroquias y escuelas católicas es la
forma en que el currículum está dividido. En segundo grado hablamos de
la Santa Comunión y de la Confesión, pero no lo hacemos nunca más. En
cuarto grado, hablamos de los Mandamientos, pero nunca más. En quinto
grado hablamos de la Iglesia (historia y estructura), pero nunca más.
En sexto grado hablamos de la Vida de Jesús, pero no lo hacemos nunca
más. Y así con todo. El proceso catequético está “compartimentalizado”
y no siempre parece construir sobre el dominio de lo que se enseñó
antes.
Hablar de
las cosas una sola vez difícilmente parece efectivo, especialmente si
el material no construye sobre lo que vino antes. En la escuela
pública, al menos en mi tiempo, las matemáticas hacían un gran trabajo
de currículum en espiral que combinaba la repetición con un dominio
cada vez mayor al mismo tiempo que se introducía nuevo material.
Primero aprendimos los números. Luego usamos los números para contar.
Después usamos los números y el conteo para ir hacia atrás y hacia
adelante, sumando y restando. Luego usamos los números y las funciones
para darnos cuenta de que los números enteros pueden ser fraccionados,
y que los números pueden tener valores negativos, y aprendimos cómo
contar en fracciones y cómo sumarlas, restarlas, multiplicarlas y
dividirlas. Y el material continuó construyendo sobre el manejo de lo
que aprendimos antes, y esto no quedó atrás sino que se plegó al nuevo
material y fue utilizado en una espiral ascendente.
Es
verdad que la fe no es tan simple como las matemáticas, pero la
narrativa de la fe sí construye en un modo espiral. Desde Dios a la
Creación, a la caída, a la promesa de Salvación, al Misterio Pascual, a
la vida de la gracia por los Sacramentos, hasta la última restauración
con Dios para siempre en el paraíso del Cielo. Estos elementos básicos
deben ser vistos una y otra vez en una espiral ascendente que respete
el crecimiento humano en sus distintos niveles. Pero hablar de la
Creación y la caída sólo en los primeros grados y no hablar para nada
de ellos luego lleva como resultado a un estudiante olvidadizo y
confundido. Si olvidamos la herida del pecado original y la pérdida de
la relación con Dios, ¿cómo va a tener sentido la Redención? No nos
asombremos si todo les parece a muchos de ellos “irrelevante”.
2. Memorización: El manejo del material es casi imposible sin la buena y pasada de moda memorización. Simplemente tenemos
que saber cosas como los siete Sacramentos, los Diez Mandamientos, los
siete pecados capitales, las oraciones básicas, los siete Dones del
Espíritu Santo. Más aún, definiciones básicas de la gracia, de la
Redención, del pecado mortal y del pecado venial, de la Encarnación,
etc., deben ser memorizadas y comprendidas. Respuestas a cuestiones
básicas como por qué Dios me hizo a mí, quiénes fueron nuestros
primeros padres, qué es la Iglesia, quiénes fueron los Profetas, etc.
Respuestas como éstas necesitan saberse de memoria. Sin que estas
piedras base del edificio se sepan de memoria, muy poca edificación se
podrá continuar. Estas cosas básicas memorizadas son como soportes de
los que cuelgan muchas otras. Sin los soportes, todo se derrumba. En la
escuela, al principio memoricé el abecedario, y luego muchas palabras y
cómo estas se deletreaban. Mucho dependía de que me aprendiera estas
cosas básicas de memoria. Lo mismo con las tablas de multiplicación.
Mis padres y docentes eran claros: ¡tan sólo memorízalas! Haz ahora el
trabajo, y todo lo demás será más fácil y tendrá sentido en la medida
en que vayas avanzado. Me costó, pero lo logré, y nunca lo he perdido.
Dadme dos números cualquiera entre 1 y 12 y os daré al instante su
producto. Memorizar esas tablas abrió para mí un mundo entero y me
simplificó enormemente la vida.
¿Por
qué debería ser diferente con la fe? Memorizando y conociendo los siete
pecados capitales soy enormemente asistido en mi examen de conciencia,
captando los impulsos más profundos del pecado en mi vida,
comprendiendo y anticipando los movimientos del mundo, del demonio y de
la carne, y ayudado a otros a comprender los impulsos negativos en sus
vidas. Todo comienza simplemente por memorizar y captar conceptos
básicos.
3. Tiempo:
La mayoría de las personas gastan apenas una hora en la semana para
intentar conocer su fe. Esto no es suficiente. El dominio de cualquier
disciplina requiere algo más que una hora a la semana. No podemos
esperar magia. Si sólo pedimos a los niños que estén una hora a la
semana, sin tarea ni expectativas entre semana y semana, no podemos
esperar que manejen el material. Otro problema relacionado con el
tiempo es que la instrucción catequética en las parroquias no dura todo
el año. La mayoría de las iglesias protestantes que conozco nunca
pensarían en cancelar la escuela dominical durante el verano. Ellos le
dan la misma prioridad a la escuela dominical que nosotros le damos a
la Misa. La escuela dominical está presente cada domingo, casi sin
falta. En la Iglesia Católica terminamos todo entre mayo y mediados de
septiembre. Y cada vez que ocurre un fin de semana de tres días,
también lo pasamos. En muchas parroquias los niños tienen instrucción
religiosa solamente la mitad de las semanas del año, ya que se sustraen
el verano, los feriados y los días de nieve. En mi parroquia estamos
aumentando gradualmente la cobertura, con la meta de hacer que la
escuela dominical funcione todo el año.
4. Rendición de cuentas: En
algún momento necesitamos esperar que los jóvenes demuestren manejo del
material. Deberían usarse cosas como exámenes, concursos de religión,
presentaciones, etc. ¿Por qué habrían los niños de tomarse en serio la
educación religiosa si nunca tendrán que dar cuenta de lo que han hecho
o dejado de hacer? Cosas como los concursos de religión pueden ser
divertidas y, a la vez, un desafío. Se pueden ofrecer premios. Estas
cosas pueden ser una forma divertida pero seria de lograr evaluar el
conocimiento del material. Esto y los exámenes también imponen ciertas
fechas límite para el manejo del material. Las fechas límites son
realmente una soga de salvataje ya que despiertan la urgencia y la
disciplina. En fin, tanto los estudiantes como los profesores deben
rendir cuentas. La rendición debe regresar al proceso catequético.
5. Los recursos:
En la escuela, no pude aprenderlo todo. Pero una de las disciplinas que
aprendí fue cómo encontrar respuestas. Recuerdo salir de la biblioteca
de la escuela habiendo aprendido el sistema Dewey de clasificación y
cómo usar un catálogo de fichas. Fuimos introducidos en las
enciclopedias, las publicaciones, y luego en la universidad, en el
“resumen abstracto”. Hoy las cosas son más fáciles con Internet, pero
aún tenemos que enseñar a los jóvenes acerca de cómo encontrar
respuestas. En definitiva, unno de los mejores frutos de mi educación fue cómo ser una persona de recursos.
Fuente: Blog.Adw.Org
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
Muchas gracias,
ResponderEliminarExcelente material.
Bendiciones