Oración del Cardenal John Henry Newman
Oh
Dios de todas las almas; Jesús Amante de las almas, Te encargo a todos
los difuntos, los que partieron con la señal de la fe y duermen el
sueño de la paz. Te suplico, oh Señor y Salvador, que Te dignes
recibirlos ante Tu presencia, del mismo modo que por Tu Misericordia
para con nosotros Te has hecho Hombre.
Señor,
recuerda que son Tus creaturas, creadas por Ti, Único, Vivo y Verdadero
Dios; no hay otro Dios fuera de Ti, y no hay nadie que pueda igualarse
a Tus obras. Que sus almas se alegren con Tu Luz; no recuerdes las
faltas que cometieron por el exceso de sus pasiones o por costumbres de
su naturaleza corrompida.
Aunque
han pecado, siempre han creído en el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo; y antes de morir se han reconciliado contigo a través del
verdadero arrepentimiento y de los Santos Sacramentos de Tu Iglesia.
Oh
Señor benévolo, Te suplicamos no recuerdes los pecados y la ignorancia
de su juventud, pero por Tu gran Misericordia acuérdate de ellos en Tu
Gloria celestial. Que se abran ante ellos los cielos, y que los Ángeles
se alegren junto con ellos. Que San Miguel Arcángel los lleve a Ti. Que
Tus Ángeles les salgan a su encuentro y los introduzcan en la Jerusalén
celestial. Que los reciba San Pedro, a quien entregaste las llaves del
Reino celestial. Que San Pablo se ponga a su lado. Que interceda por
ellos San Juan, Tu discípulo amado, a quien fueron revelados los
misterios celestiales. Que oren por ellos todos los Apóstoles, que han
recibido el poder de atar y desatar. Que todos los Santos y los
Elegidos que en este mundo han sufrido por Tu Nombre, les muestren
benevolencia para liberarlos del Purgatorio y que sean recibidos en la
Gloria de Tu Reino, donde Tú, con el Padre y el Espíritu Santo vives y
reinas como Dios Único por los siglos de los siglos.
Vengan
a socorrerlos todos los Santos de Dios, imploren para ellos la
liberación del castigo, vengan a su encuentro todos los Ángeles,
reciban sus almas y llévenlas ante el Señor. Dadles, Señor, el descanso
eterno. Y brille para ellos la Luz que no tiene fin. Descansen en paz.
Amén.
(Fuente: La Bohardilla de Jerónimo)
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