lunes, 2 de noviembre de 2009

Conmemoración de los Fieles Difuntos



Oración del Cardenal John Henry Newman

Oh Dios de todas las almas; Jesús Amante de las almas, Te encargo a todos los difuntos, los que partieron con la señal de la fe y duermen el sueño de la paz. Te suplico, oh Señor y Salvador, que Te dignes recibirlos ante Tu presencia, del mismo modo que por Tu Misericordia para con nosotros Te has hecho Hombre.

Señor, recuerda que son Tus creaturas, creadas por Ti, Único, Vivo y Verdadero Dios; no hay otro Dios fuera de Ti, y no hay nadie que pueda igualarse a Tus obras. Que sus almas se alegren con Tu Luz; no recuerdes las faltas que cometieron por el exceso de sus pasiones o por costumbres de su naturaleza corrompida.

Aunque han pecado, siempre han creído en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y antes de morir se han reconciliado contigo a través del verdadero arrepentimiento y de los Santos Sacramentos de Tu Iglesia.

Oh Señor benévolo, Te suplicamos no recuerdes los pecados y la ignorancia de su juventud, pero por Tu gran Misericordia acuérdate de ellos en Tu Gloria celestial. Que se abran ante ellos los cielos, y que los Ángeles se alegren junto con ellos. Que San Miguel Arcángel los lleve a Ti. Que Tus Ángeles les salgan a su encuentro y los introduzcan en la Jerusalén celestial. Que los reciba San Pedro, a quien entregaste las llaves del Reino celestial. Que San Pablo se ponga a su lado. Que interceda por ellos San Juan, Tu discípulo amado, a quien fueron revelados los misterios celestiales. Que oren por ellos todos los Apóstoles, que han recibido el poder de atar y desatar. Que todos los Santos y los Elegidos que en este mundo han sufrido por Tu Nombre, les muestren benevolencia para liberarlos del Purgatorio y que sean recibidos en la Gloria de Tu Reino, donde Tú, con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas como Dios Único por los siglos de los siglos.

Vengan a socorrerlos todos los Santos de Dios, imploren para ellos la liberación del castigo, vengan a su encuentro todos los Ángeles, reciban sus almas y llévenlas ante el Señor. Dadles, Señor, el descanso eterno. Y brille para ellos la Luz que no tiene fin. Descansen en paz. Amén.
(Fuente: La Bohardilla de Jerónimo)

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