lunes, 5 de octubre de 2009

¿USTED QUE OPINA?

El siguiente texto fue incorporado a la página de noticias de la agencia AICA  (Agencia Informativa Católica Argentina) prestigiosa entidad de mi país, y publicado con fecha 05-10-09. Lo incorporo sin comentarios, esperando los de quienes visitan la página.
Púlpitos ornamentales desprovistos de la palabra



Los púlpitos en las iglesias posterior al Concilio Vaticano II quedaron fuera de uso
Los púlpitos en las iglesias posterior al Concilio Vaticano II quedaron fuera de uso.
Con pedido de publicación, a lo cual accedemos, el embajador Miguel Ángel Espeche Gil escribió un artículo en el que plantea la necesidad de volver a utilizar los púlpitos en las iglesias que los tienen, y que tras la reforma de la liturgia posterior al Concilio Vaticano II quedaron fuera de uso, pero que permanecen allí, a la vista de todos, como mudos testigos de un tiempo que fue. El texto de la nota, en la que el autor expone sus razones, y a la que él mismo puso el título del acápite, es el siguiente:

      Hace un tiempo un lector puso de manifiesto lo que se repite en los templos cuando la reverberación en columnas molduras y artesonados impide oír correctamente la predicación emitida a través de micrófonos, amplificadores y altoparlantes por la incompatibilidad de estos artefactos con la acústica de los recintos. Este inconveniente es sufrido no sólo -aunque sí especialmente- por quienes tienen limitaciones auditivas.

     ¿Por qué y para qué están en muchas iglesias los hoy abandonados púlpitos? (“Púlpito: plataforma pequeña que hay en las iglesias para predicar, entonar cánticos y hacer otros ejercicios religiosos). Esas construcciones diseñadas para que desde ellas se digan de viva voz las homilías en ámbitos cuyas condiciones acústicas originales aseguraban una perfecta audición, cuando no había micrófonos ni amplificadores.

     Los púlpitos de las iglesias antiguas son obras de artistas y artesanos dirigidos por arquitectos que sabían de acústica y por eso los colocaron en el lugar y la altura exacta permitiendo a todos los asistentes una audición perfecta. ¿Qué designio hizo que se los dejara de lado: tal vez prejuicios que endilgaban injustamente a los que los habían usado una supuesta pretensión de superioridad sobre la feligresía?.

     El haber abandonado los púlpitos, lejos de ser señal de humildad, fue un gesto impensado de menosprecio a los pastores que durante siglos los utilizaron y hacia quienes los construyeron pensando en las generaciones que se sucederían escuchando el Evangelio desde ellos.

     Deberíamos instar a nuestros obispos y párrocos a que vuelvan a predicar desde los púlpitos para oírlos bien, ahorrándose y ahorrándonos la parafernalia de micrófonos y parlantes que trasmiten más ruidos que palabras.
Miguel Ángel Espeche Gil.+




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