Hay oraciones para cada momento de nuestra vida, que pueden ayudarnos mucho. Y hay algunas, que si bien pueden parecernos algo antiguas, en realidad contienen todo un bagaje de espiritualidad digno de ser usado para acrecentar nuestra devoción personal y ayudarnos en nuestro crecimiento espiritual. Una de esas oraciones es precisamente, esta:
¡Oh mi amado y buen Jesús!
postrado en tu santísima presencia;
te ruego con el mayor fervor
imprimas en mi corazón
vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad
verdadero dolor de mis pecados
y propósito firmísimo de enmendarme,
mientras que yo,
con todo el amor y con toda compasión de mi alma,
voy considerando tus cinco llagas
teniendo presente aquello que dijo de Ti,
oh Buen Jesús, el santo Profeta David:
Han taladrado mis manos y mis pies,
y se pueden contar todos mis huesos.
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