Si bien a esta fecha, ya estamos bien avanzados en el Adviento, no
obstante parece importante recordar
detalles de la estructura de este tiempo litúrgico. Esto nos ayudará para una
mejor preparación y participación en las celebraciones de la Navidad
Comienza con las vísperas del domingo más cercano
al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos
de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de
diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más
específicamente las fiestas de la Navidad.
El tiempo
de Adviento tiene una duración de cuatro semanas. Este año 2017, comirnza el
domingo 3 de diciembre, y se prolonga hasta el 24 de diciembre. Podemos
distinguir dos periodos. En el primero de ellos, aparece con mayor relieve el
aspecto escatológico y se nos orienta hacia la espera de la venida gloriosa de
Cristo. Las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del
Señor en todos sus aspectos: su venida al final de los tiempos, su venida
ahora, cada día, y su venida hace dos mil años.
En el
segundo periodo se orienta más directamente a la preparación de la Navidad. Su
nos invita a vivir con más alegría, porque estamos cerca del cumplimiento de lo
que Dios había prometido. Los evangelios de estos días nos preparan ya
directamente para el nacimiento de Jesús.
En orden
a hacer sensible esta doble preparación de espera, la liturgia suprime durante
el Adviento una serie de elementos festivos. De esta forma, en la misa ya no
rezamos el Gloria, se reduce la música con instrumentos, los adornos festivos,
las vestiduras son de color morado, el decorado de la Iglesia es más sobrio,
etc. Todo esto es una manera de expresar tangiblemente que, mientras dura
nuestro peregrinar, nos falta algo para que nuestro gozo sea completo. Y es que
quien espera es porque le falta algo. Cuando el Señor se haga presente en medio
de su pueblo, habrá llegado la Iglesia a su fiesta completa, significada por
solemnidad de la fiesta de la Navidad.
Tenemos
cuatro semanas en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida
del Señor. La primera de las semanas de adviento está centrada en la venida del
Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela,
manteniendo una especial actitud de conversión. La segunda semana nos invita,
por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener
una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la
conversión es un camino que se recorre durante toda la vida. La tercera semana
preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de
la venida del Señor. Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento
del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo
estímulo de nuestra espera.
En cuanto
a las lecturas de las misas dominicales, las primeras lecturas son tomadas de
Isaías y de los demás profetas que anuncian la Reconciliación de Dios y, la
venida del Mesías. En los tres primeros domingos se recogen las grandes
esperanzas de Israel y en el cuarto, las promesas más directas del nacimiento
de Dios. Los salmos responsoriales cantan la salvación de Dios que viene; son
plegarias pidiendo su venida y su gracia. Las segundas lecturas son textos de
San Pablo o las demás cartas apostólicas, que exhortan a vivir en espera de la
venida del Señor.
El color
de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual
que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son cuatro los temas
que se presentan durante el Adviento:
Primer
Domingo: 3 de diciembre
La vigilancia en
espera de la venida del Señor. Durante esta primer semana las lecturas bíblicas
y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen
y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento". Es
importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar
en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar
nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de
quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el
Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar.
Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas
con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los
vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad
parroquial, encenderemos la primer vela de la Corona de Adviento, color morada,
como signo de vigilancia y deseos de conversión.
Segundo
Domingo: 10 de diciembre
La conversión,
nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la segunda
semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan
Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué
mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la
semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como
siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión)
que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado.
Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del
proceso de conversión que estamos viviendo.
Durante
esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los
horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés
bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos en la
Eucaristía.
Tercer
Domingo: 17 de diciembre.
El testimonio,
que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. La
liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara
para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a
quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima
Isabel y nos invita a repetir como ella: "Quién soy yo para que la
madre de mi Señor venga a verme?.
Sabemos
que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos
disponemos a vivir esta tercer semana de Adviento, meditando acerca del papel
que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María,
rezando el Rosario en familia, uno de los elementos de las tradicionales posadas.
Encendemos como signo de espera gozosa, la tercer vela, color rosa, de la
Corona de Adviento.
Cuarto
Domingo: 24 de diciembre.
El anuncio del
nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la
predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el
anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de
María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan
próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos;
ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la
armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa.
Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el
firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las
comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.
(Fuente: aciprensa.org)
(Fuente: aciprensa.org)
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