domingo, 24 de octubre de 2010

EL SILENCIO EN LA LITURGIA

De este asunto seguramente ha oído hablar, si es que está en contacto con estos temas. El texto, breve pero concreto, le pertenece a la comisión de liturgia del episcopado de Chile. Lo invito a leerlo, en especial si forma parte de un equipo, o grupo, o comisión de liturgia parroquial, o diocesano tal vez. Podrá sacar conclusiones y recordar lo que debe hacerse.

 En la liturgia, hacer silencio no significa hacer el vacío. Se trata fundamentalmente de una participación activa de los fieles que se asocian, de una manera peculiar, al misterio que se celebra. Hacer silencio, no es quedarse mudo, no es ser reducido a asistir pasivamente a la acción litúrgica, como si nos fuera extraña; es consentir y adherir a una Palabra escuchada y hacer propia una oración compartida.
El silencio va más allá: allí donde las palabras quedan limitadas, allí donde el canto no alcanza a expresar lo inefable, el silencio como el gesto, compromete mucho más que las palabras y los cantos, incita toda nuestra persona a reconocer que el Dios que hemos invocado es Aquel que reconocemos en Jesucristo, mientras nuestras palabras y nuestros cantos son demasiados torpes para describir un misterio tan grande.
Es cuando Jesús expira, que el silencio se impone en la Cruz, en el momento en que el centurión exclama : "Realmente este hombre era un Justo" (Lc. 23,47).

Fuente; conali.cl

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