Un sacerdote preocupado por el curso desorientado de los tiempos presentes, le escribió una carta a Sor Lucia, contándole su desazón por tal situación. La respuesta de Sor Lucía fué la siguiente:
Querido Padre:
¡Pax Christi!
He notado en su carta que está muy preocupado por la desorientación del tiempo presente. Usted está en la verdad cuando lamenta que muchos se dejan dominar por la onda diabólica que esclaviza al mundo y se encuentran tan ciegos que no ven el error.
Pero el principal error es que estos abandonaron la oración, alejándose de Dios, y sin Dios todo falla porque “sin mí nada podéis hacer” (Jn 15, 5).
Ahora, lo que recomiendo especialmente es que se acerque al Tabernáculo y haga oración. Allí encontrará la luz y la fuerza para nutrirse y donarse a los otros. Donarse con suavidad, con humildad y, al mismo tiempo, con firmeza. Porque aquellos que ejercen una responsabilidad tienen el deber de tener la verdad en la debida consideración, con serenidad, con justicia, con caridad. Por esto, tienen necesidad cada día de rezar más, de estar cerca de Dios, de tratar con Dios todos los problemas antes de afrontarlos con las criaturas. Continúe por este camino y verá que cerca del Tabernáculo encontrará más sabiduría, más luz, más fuerza, más gracia y más virtud, que nunca podrá encontrar en los libros, ni en los estudios, ni con ninguna criatura.
juzgue perdido el tiempo que pasa en la oración y verá cómo Dios le comunicará la luz, la fuerza y la gracia de la que tiene necesidad, y también aquello que Dios le pide.
Esto es lo que importa: hacer la voluntad de Dios, permanecer donde Él nos quiere y hacer lo que Él nos pide. Pero siempre con espíritu de humildad, convencidos de que por nosotros mismos no somos nada y de que debe ser Dios quien trabaje en nosotros y se sirva de nosotros para todo aquello que Él pide.
Por eso, todos tenemos necesidad de intensificar mucho nuestra vida de unión interior con Dios y todo esto se consigue por medio de la oración. Que nos falte el tiempo para todo menos para la oración, ¡y verá cómo en menos tiempo se hará mucho!
Todos nosotros, pero especialmente quien tiene una responsabilidad, sin la oración o sacrificando habitualmente la oración por las cosas materiales, es como una pluma de ave que se usa para batir la clara del huevo, levantando castillos de espuma que, sin azúcar para sostenerlos, luego se disgregan y se deshacen transformándose en agua podrida.
Por eso, Jesucristo dijo: “vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor, ya no sirve sino para ser tirada”.
Y, dado que esta fuerza sólo podemos recibirla de Dios, tenemos necesidad de acercarnos a Él para que nos la comunique y esta cercanía se realiza sólo por medio de la oración, que es el lugar donde el alma se encuentra directamente con Dios.
Recomiende esto a todos sus hermanos sacerdotes y lo experimentarán. Y luego dígame si estoy equivocada. Estoy muy segura de cuál es el principal mal del mundo actual y la causa del retroceso en las almas consagradas. Nos alejamos de Dios, y sin Dios tropezamos y caemos. El demonio es astuto para saber cuál es el punto débil a través del cual ha de atacarnos. Si no estamos atentos y si no tenemos precaución con la fuerza de Dios, sucumbimos porque los tiempos son muy malos y nosotros somos muy débiles. Sólo la fuerza de Dios nos puede sostener.
Vea si puede llevar adelante todo esto con calma, confiando siempre en Dios. Y Él hará todo aquello que nosotros no podemos hacer y suplirá nuestra insuficiencia.
Sor Lucía
(Fuente La bohardilla de Jerónimo)
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