Las medallitas que simbolizan a María nos obtienen
su intercesión, pero no son amuletos mágicos
Las imágenes de Jesús, de la Virgen, de los santos o
de los arcángeles y los objetos bendecidos – como por ejemplo los crucifijos,
los escapularios, las medallas – son de gran ayuda y protección contra el
Maligno. Éstas deben ser usadas con fe y devoción, asociadas a una oración
sincera y profunda a Dios en la confianza a la Providencia. Subrayo, entonces,
que todos estos objetos no deben ser llevados como talismanes o amuletos. Se
caería, de otro modo, en una actitud mágica, que es decididamente contraria a
la fe.
Hablaba en otra ocasión (cfr. Credere del 8 de
diciembre de 2013, ndr) de la medalla de San Benito. Hoy deseo recordar la
Medalla milagrosa, en la que se simboliza a María con el escrito: “¡Oh!, María,
concebida sin pecado, ora por nosotros que acudimos a ti”. Precisamente así, en
1830 la Virgen se apareció en París, en Rue du Bac, a Caterina Labouré. Por
otro lado existe una gran “M” que significa “María”, y los dos corazones de
Jesús y María; que significa – como será revelado en 1917 en Fátima – que la
voluntad de Dios es que la Madre y el Hijo sean orados conjuntamente.
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¿Estos objetos se bendicen preventivamente?
Ciertamente. Pero también aquí, el sentido de la
bendición no es conferir al objeto una protección mágica, casi de “superpoderes”.
Se trata de hacer la oración de bendición pronunciada por el sacerdote en el
momento de la bendición y de pedir a Dios la gracia de aumentar las virtudes en
nuestra vida cotidiana y obtener la protección y la intercesión de la persona
representada y evocada en el objeto. Me sorprendo siempre cuando – en los
coches, en los lugares públicos o en las casas – veo una imagen sagrada y una
medialuna o una herradura cercanas. ¿Qué tienen que ver una con la otra?
(Fuente: Aleteia.org)
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