martes, 4 de septiembre de 2012

La música cristiana, ¿herejia por omisión?


 
El texto que sigue debe ser leído con la intención con que fue escrito, es decir para poner las cosas en su lugar. No ha sido hecho para encender la polémica ni para desvalorizar a nadie. La intención es hacer pensar y en todo caso reencontrar el camino para una verdadera expresión de la fe católica

Al comienzo de la Misa confesamos públicamente que somos pecadores de pensamiento, palabra, obra… y omisión. Siempre he creído que la parte de la omisión la omitimos demasiado en consideraciones relativas a nuestra fe y nuestra vida cristiana. Por definición lo omitido es aquello a lo que uno no ha prestado la atención, el cuidado o el esfuerzo que se merece; ello mismo hace que uno esté como predispuesto a seguir ignorando lo que ya ha empezado a ignorar, y así las omisiones se apilan unas sobre otras, endureciendo de paso la conciencia. Estas realidades no son sólo personales. También los grupos humanos se acostumbran a ignorar porciones enteras de su realidad o clases enteras de ciudadanos, con lo cual dejan listo el terreno para los abusos raciales, étnicos o económicos, la omisión sistemática degenera así en odio. En la religión existe la posibilidad de la omisión como sistema, y el ejemplo que viene a mi mente es el de aquellas personas que, en aras de un ecumenismo superficial, o por pura comodidad emocional, quieren alimentar su fe cristiana asistiendo a grupos no católicos, o conciertos “cristianos” (que propiamente deberían llamarse protestantes o evangélicos). Quienes alaban o adoran a Cristo siguiendo las melodías de las estrellas de la Música Cristiana difícilmente reconocerían un hecho fundamental: sus corazones se están nutriendo deficientemente, se están desnutriendo, y sus mentes se están acostumbrando a prescindir sistemáticamente de aspectos básicos de la misma revelación cristiana. En tales casos, los sermones o canciones de estos grupos  protestantes hacen daño no por lo que dicen sino por lo que sistemáticamente no dicen. A veces aludo a este hecho afirmando que para matar a una persona puedes hundirle un puñal o también dejar de alimentarla. Un canto protestante y un canto católico pueden contener lo siguiente: “Acércate a Cristo” o “Busca a Cristo”. Más sin embargo, la visión o esencia es definitivamente diferente, porque mientras que para el autor evangélico significa solo creer, levantar las manos, cerrar los ojos y sentir bonito, para el autor católico significa buscar y acercarse a Cristo en la Iglesia que él fundó mediante los sacramentos. La fe en la Eucaristía, en la confesión, en la presencia de Cristo-Cabeza en el sacerdote; la necesidad del magisterio de la Iglesia y la unión con 20 siglos de fe transmitida y vivida; la importancia y el ejemplo de los mártires y de los santos… todo ello simplemente no existe en Marcos Witt, ni tampoco existe en las docenas y docenas de grupos cristianos que añaden más instrumentos y arreglos pero sin completar jamás la doctrina.

La experiencia nos enseña que muchos católicos de conciencia débil o poco formados en la fe han quedado confundidos o dejaron la Iglesia porque escucharon los mismos cantos (protestantes) con el cantante o ministerio católico en algún concierto o retiro y después con algunos evangélicos, en algún lugar público donde acostumbran sus predicas y realizan conciertos musicales. La música “cristiana protestante” no es compatible con la fe católica, quien no entiende eso no tiene identidad católica y engrosa las filas de los relativistas los cuales se creen “progresistas” cerrándose a este tipo de orientaciones.

(Fuente: “Bis orat qui bene cantat”

 

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