En
esta importante noticia, publicada hoy en Il Giornale, el vaticanista
Andrea Tornielli informa sobre un Motu Proprio pontificio, que sería
publicado en las próximas semanas, por el cual será reestructurada la
Congregación para el Culto Divino y en el cual se mencionará su función
de promover el nuevo movimiento litúrgico tantas veces auspiciado por
Joseph Ratzinger.
En
las próximas semanas será publicado un documento de Benedicto XVI que
reorganiza las competencias de la Congregación para el Culto Divino,
confiándole la tarea de promover una liturgia más fiel a las intenciones
originarias del Concilio Vaticano II, con menos espacios para los
cambios arbitrarios, y por la recuperación de una dimensión de mayor
sacralidad.
El
documento, que tendrá la forma de un Motu proprio, es fruto de una larga
gestación – ha sido revisado por el Pontificio Consejo para la
Interpretación de los Textos Legislativos y por las oficinas de la
Secretaría de Estado – y está motivado principalmente por la
transferencia de la competencia sobre las causas matrimoniales a la Rota
Romana. Se trata de las causas llamadas del “rato no consumado”, es
decir, concernientes al matrimonio contraído en la Iglesia pero no
consumado por la falta de unión carnal de los dos esposos. Son cerca de
quinientos casos al año y afectan sobre todo a algunos países asiáticos
donde todavía existen los matrimonios arreglados con muchachas en edad
muy joven pero también a países occidentales en aquellos casos de
impotencia psicológica para realizar el acto conyugal.
Perdiendo
esta sección, que pasará a la Rota, la Congregación para el Culto
Divino, de hecho, no se ocupará más de los sacramentos y mantendrá sólo
la competencia en materia litúrgica. Según algunas autorizadas
indiscreciones, un pasaje del Motu proprio de Benedicto XVI podría citar
explícitamente aquel “nuevo movimiento litúrgico”, del cual ha hablado
en tiempos recientes el cardenal Antonio Cañizares Llovera,
interviniendo durante el Consistorio del pasado noviembre.
En Il Giornale, en una entrevista
publicada en vísperas de la última Navidad, Cañizares había dicho: “La
reforma litúrgica ha sido realizada con mucha prisa. Había óptimas
intenciones y el deseo de aplicar el Vaticano II. Pero ha habido
precipitación... La renovación litúrgica fue vista como una
investigación de laboratorio, fruto de la imaginación y de la
creatividad, la palabra de mágica de entonces”. El cardenal, que no
arriesgó al hablar de “reforma de la reforma”, había agregado: “Lo que
veo absolutamente necesario y urgente, según lo que desea el Papa, es
dar vida a un nuevo, claro y vigoroso movimiento litúrgico en toda la
Iglesia”, para poner fin a “deformaciones arbitrarias” y al proceso de
“secularización que por desgracia golpea también dentro de la Iglesia”.
Es
conocido cómo Ratzinger quiso introducir en las liturgias papales
gestos significativos y ejemplares: la cruz en el centro del altar, la
Comunión de rodillas, el canto gregoriano, el espacio para el silencio.
Se sabe cuánto le importa la belleza en el arte sagrado y cuán
importante considera promover la adoración eucarística. La Congregación
para el Culto Divino – que alguno quisiera también rebautizar de la
Sagrada Liturgia o de la Divina Liturgia - se deberá ocupar, por lo
tanto, de este nuevo movimiento litúrgico, también con la inauguración
de una nueva sesión del dicasterio dedicada al arte y a la música sacra.
Fuente: "La buhardilla de jerónimo"
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