domingo, 11 de julio de 2010

Tema de meditación



Meditaciones sobre el evangelio

Charles de Foucauld (1858-1916) ermitaño en el Sahara, declarado “venerable” por Juan Pablo II el 24 de abril 2001.
Oeuvres spirituelles – Ed. Seuil 1958 – pag. 174

¡Oh Dios, cuán divinamente bueno eres! Si hubieras llamado primero a los ricos, los pobres no se hubieran atrevido acercarse a ti, se habrían visto obligados a quedar a distancia a causa de su pobreza, te habrían mirado de lejos, dejando que los ricos se acercaran a ti. Pero...tú has llamado a todos: a los pobres, mostrándoles así, hasta el final de los tiempos, que ellos son los primeros, los favorecidos, los privilegiados; a los ricos, porque, por una parte no son tímidos, por otra, empero, depende de ellos de hacerse pobres como los pastores. En un instante, si ellos quieren, si tienen el deseo de asemejarse a ti, si temen que las riquezas los aparten de ti, pueden hacerse perfectamente pobres.
¡Que bueno eres! ¡Cómo sabes reunir en torno a ti a todos tus hijos de una vez, a todos, sin excepción! Y qué consuelo has depositado en el corazón de los pobres, los pequeños, los despreciados del mundo, hasta el final de los tiempos, mostrándoles desde tu nacimiento que ellos son tus privilegiados, tus favoritos, los primeros: los que siempre están llamados a estar contigo, tú que has querido ser uno de ellos y rodeado de ellos desde tu cuna y durante toda tu vida.





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