domingo, 5 de octubre de 2008

EL MINISTERIO DEL LECTOR

Proclamar la Palabra
por Celia Escudero
Lic. en Teología, docente y liturgista.

La persona encargada de alguna de las lecturas en una celebración eucarística debe tomar conciencia de lo importante que es su tarea, lo suyo es un ministerio, un servicio a la comunidad. Esto nos debe ayudar a pensar que a través de nuestra manera de leer, todos los presentes deben recibir el mensaje de Dios.

En realidad en la liturgia no se lee la Palabra de Dios, se la proclama. Proclamar significa publicar en alta voz una cosa para que se haga notoria a todos según el diccionario. Esto nos dice de qué manera debemos proceder en la Liturgia de la Palabra. No estamos leyendo cualquier texto, leemos el mensaje de Dios Nuestro Padre y Señor para todos sus hijos reunidos en asamblea, reunidos como familia de Dios. Dios habla a su Pueblo, le descubre el misterio de la Redención y Salvación le ofrece el alimento espiritual; y al mismo Cristo.Por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles, esto es lo que nos enseña la Iglesia en sus directivas sobre la Celebración de la Misa.

Leer de manera adecuada es un acto de amor al prójimo, de comunicación de algo muy importante para nosotros, que queremos compartir con los presentes, acto por el cual damos lo mejor de nosotros. Debemos considerar con mucha humildad, que somos los voceros de Dios.

Todos sabemos leer, pero eso no es suficiente. Si en nuestra vida cotidiana compartimos una noticia del diario con otra persona leemos de una manera, pero si en nuestra casa leemos un cuento a un chico, hijo o nieto, nuestra lectura no será igual.

La lectura expresiva no significa algo teatral, sino valorar lo que el texto dice y acompañar su significado con la voz. No es lo mismo leer un texto en que se habla del amor o la misericordia del Dios, que el enunciado de los mandamientos que Moisés entrega al pueblo.

El que lee debe tener verdadero aprecio por la Palabra y un mínimo conocimiento de la misma.

Normalmente a la gente le da miedo ofrecerse para ser lector en la celebración, otros en cambio se largan no más, son dos extremos que hay que evitar. Por el bautismo todos somos celebrantes en la liturgia, podemos hacerlo y debemos hacerlo, pero preparándonos.

Por eso los equipos de liturgia deben preparar seriamente la Liturgia de la Palabra, para que no sea algo improvisado. Los lectores deben conocer de antemano el texto para que no tropiecen con los nombres raros que a veces aparecen; para que puedan interiorizarse del mensaje y dar el tono adecuado a su lectura. Esto un proceso que hay que intentar llevar adelante con paciencia y humildad, consultando y aprendiendo de otras personas. De esta manera nuestras celebraciones dominicales serán verdaderamente, actos de amor y alabanza a Dios.

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